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REPORTAJES

Actualidad Aseguradora nº13 - 26 Septiembre 2022

La base de la nueva economía

 

Cuando se habla sobre el concepto de economía digital, dos ideas guían la conversación. La primera es una pregunta: “a estas alturas del siglo XXI, ¿acaso no es todo ya economía digital?”. La segunda es una advertencia. “si no lo es, debería serlo”. De hecho, todos los esfuerzos por mejorar la productividad, la competitividad y la resiliencia de las empresas y las economías nacionales y regionales pasa por digitalizar las empresas y las Administraciones. En este escenario, el sector denominado como “economía digital” es tan relevante como, todavía, indefinido en su alcance.

 

 

A principios de julio, el Gobierno realizó una actualización de la Agenda Digital de España para el horizonte 2026, después de dos años de su presentación, con el objetivo de acelerar el proceso impulsando las inversiones en la digitalización.

En el análisis de estos dos primeros años de la agenda, destacan las ayudas recibidas por 13 universidades y centros de investigación, así como el lanzamiento del plan de choche de ciberseguridad (destinado a afianzar la protección de los ciudadanos, pymes y profesionales). Precisamente las pequeñas y medianas empresas son las que han recibido más apoyo para promover su modernización tecnológica, gracias a la primera convocatoria de ayudas del Kit Digital para compañías de entre 10 y 49 empleados. 

Además, con el fin de “encauzar el proceso de transformación digital, se han puesto en marcha 8 planes digitales específicos a desarrollar en estos años: el Plan para la Conectividad y las Infraestructuras Digitales de la sociedad, la economía y los territorios (1.960 millones de euros); la Estrategia de Impulso a la Tecnología 5G (1.514 millones de euros); la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (600 millones de euros); el Plan Nacional de Competencias Digitales (3.593 millones de euros); el Plan de Digitalización de pymes (5.000 millones de euros); el Plan de Digitalización de las Administraciones Públicas (3.165 millones de euros); España Hub Audiovisual de Europa (1.600 millones de euros); y el Plan Nacional de Ciberseguridad (1.000 millones de euros)”, según datos del Ministerio de Economía.

Las inversiones y ayudas de los proyectos estratégicos, iniciativas y programas de la Administración Pública se basan en el convencimiento de que la digitalización de la economía es “un pilar estratégico para la recuperación de la crisis generada por la pandemia y un vector de modernización y prosperidad a medio plazo, actuando en una triple dimensión: infraestructuras y tecnología, economía y personas” y, en buena medida, esos fondos contribuirán a fortalecer lo que se entiende por “economía digital””.

 


Empresa aseguradora y economía digital 

La digitalización afecta notablemente a los negocios de las compañías aseguradoras y no solo por el afianzamiento del canal de contratación online. Esta tendencia venía afianzándose desde antes de la pandemia, pero, con las medidas de prevención, la idea de poder hacer consultas, firmar contratos o presentar siniestros sin interacción presencial se tuvo que imponer, al igual que el teletrabajo (aunque cada vez más se avanza hacia el híbrido entre la presencialidad y el trabajo remoto).

En un futuro que ya está llegando, los expertos señalan que también en el ámbito asegurador se consolidarán los ecosistemas digitales, los nuevos modelos de negocio y el mayor aprovechamiento del big data.
De hecho, uno de los ramos que más puede adaptarse a la economía digital es el de auto, gracias a los nuevos modelos de movilidad y al aumento de datos disponibles por la conectividad de los vehículos.

Por su parte, Unespa ha realizado una investigación sobre el impacto de la Covid-19 en las conversaciones para que conocer qué demandan los nuevos usuarios del sector y destaca el incremento del uso del canal digital para la agilización de los procesos, la relación con el cliente, y la renovación de la comunicación entre cliente y mediador.


 

 

Nuestro papel en el mundo

Desde una perspectiva internacional, si comparamos el sector de la economía digital en España con otros, se puede deducir que todavía queda camino por recorrer. El “Índice de Inteligencia Digital” que elabora la Escuela Fletcher de Postgrado de Asuntos Globales de la Universidad Tufts, junto a Mastercard, analiza los avances de los países del mundo en cuanto a sus economías digitales, así como en lo que se refiere a sus iniciativas para fomentar la confianza e integrar la conectividad en la vida de sus ciudadanos y empresas. 

En su última edición, que mide el progreso después de la pandemia, España se encuentra en el lugar 22 en cuanto a oferta de productos tecnológicos; en el 26, en lo que respecta a la demanda de estos productos; en el 34, en cuanto al apoyo de instituciones; y en el 41, en innovación. En todos esos aspectos, España se halla por encima de la media global y solo hay un parámetro en el que se sitúa por debajo: el que tiene que ver con el impulso tecnológico.

Por otra parte, según “La Sociedad Digital en España 2022”, informe de Fundación Telefónica sobre los indicadores sociales que miden el avance hacia la digitalización dentro de la Unión Europea tras la pandemia, España ha avanzado dos puestos en el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI 2021), para situarse en el séptimo de los veintisiete estados miembros en el camino hacia la transición digital. Los ámbitos en los que más destaca nuestro país, según Fundación Telefónica, son los de la conectividad y los servicios públicos digitales; si bien el principal reto es la digitalización de las pymes mediante tecnologías como el big data, la inteligencia artificial o el e-commerce.

 


Proteger la vida digital

La digitalización presenta también, como señalan los expertos, nuevas maneras de sufrir daños, que se pueden englobar dentro del concepto de ciber riesgos.

Según un informe de IDC, el mercado de la ciberseguridad crecerá este año un 7,7% hasta los 1.749 millones de euros; y se espera que en los dos siguientes años ese incremento se mantenga en el 8%.

Para Unespa, en estos momentos es necesario ampliar el abanico de riesgos que se manejan en el sector para abordar la exposición de particulares y empresas a las brechas de la seguridad digital. Esto supondría pasar de asegurar bienes a asegurar usos (por ejemplo, el teletrabajo); y pasar de asegurar el vehículo a asegurar la movilidad del conductor.


 

¿Qué es la economía digital?

El propio concepto de economía digital es poco preciso. Los expertos señalan que es algo más que “solamente” un sector económico. Se podría decir, más bien, que se trata de un modo de producir, de un tipo de bienes y servicios, y de una manera de consumir que se basa en las tecnologías de la información y la comunicación –especialmente en internet y todo lo que posibilita–, que afecta no solo al ámbito empresarial y económico, sino también al desarrollo de la sociedad y la ciudadanía.

En 2001, el economista y estadístico estadounidense Thomas Mesenbourg determinó que lo que diferencia a la economía digital de la tradicional son tres elementos: 

  • La infraestructura: es decir, los recursos tecnológicos de los que se dispone (como programas informáticos (software), equipos físicos (hardware) y, también, el talento humano especializado.
  • Los procesos de negocio digitalizados: que se despliegan sobre aplicaciones, herramientas o plataformas digitales.
  • El comercio electrónico: o la compra y venta de productos y servicios a través de Internet.
  • Además, a partir de esas estructuras, en las últimas décadas hemos visto aparecer nuevos modelos de negocio, como es el caso, por citar algunos, de:
  • La suscripción a servicios audiovisuales a demanda
  • La distribución de licencias conocida como SAAS (software como servicio)
  • Las tiendas de aplicaciones, las de videojuegos
  • El imparable sector de la publicidad online
  • La computación en la nube

Por otra parte, se trata de un entorno económico muy joven. En los años noventa del siglo XX, con el auge de las llamadas empresas punto.com (cuyo modelo de negocio se basaba en conseguir cuota de mercado en la web), se empezó a hablar de la economía digital como el sector empresarial centrado en sacar partido de las incipientes posibilidades que ofrecía internet. 

A mediados de esa misma década, el financiero canadiense Don Tapscott publicó ‘La Economía Digital’, una obra en la que avanzaba el cambio en el modo de hacer negocios en todo el mundo, como consecuencia del desarrollo de Internet y de la digitalización de la información. Ya en nuestro siglo, esos negocios basados en la web y las nubes recibieron nombres específicos (e-commerce, big data, inteligencia artificial, redes sociales...) y crecieron exponencialmente hasta crear un sector cada vez más relevante, sobre todo en términos empresariales y de consumo.

Al mismo tiempo, el proceso de digitalización ha ido entrando también en otros sectores de la economía, así como en los estilos de comunicación entre las personas y en la relación de los ciudadanos con las Administraciones y los servicios públicos, por ejemplo, hasta tal punto que ya no forma parte de la “política ficción” hablar de democracia o ciudadanía digitales.

La pandemia de 2020 supuso un importante empuje para todas las actividades, económicas o administrativas, susceptibles de ser trasladadas al ámbito de las relaciones y las transacciones digitales. Un informe sobre el sector, elaborado por la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital) –que integra a más de 500 empresas– y la consultora Boston Consulting Group (BCG), señala que la crisis de la Covid-19 ha acelerado la digitalización, lo que ha supuesto un crecimiento del peso de la economía digital en el PIB español, que ha pasado del 18,7% en 2019, al 22% en 2020.

Según ese estudio, dos años después “parte de los hábitos adquiridos durante la pandemia se va a mantener, generando un impacto estructural en el nivel de digitalización de la economía”, pero, en algunos sectores se está volviendo a la presencialidad de las transacciones o el trabajo, por ejemplo. De hecho, Adigital y BCG destacan dos tendencias: 

  • Sectores en los que la digitalización, en proporción al volumen de negocio, ha crecido como consecuencia de un aumento del gasto operativo digital (compras de tecnología) o de un incremento de la penetración y la adopción de canales digitales (servicios financieros y restauración, principalmente). 
  • Sectores en los que la digitalización, en proporción al volumen de negocio, se ha mantenido o ha caído, al repuntar la presencialidad o disminuir la inversión digital estructural. 

 

 

Un futuro digitalizado

Según “La Sociedad Digital en España 2022”, informe de Fundación Telefónica sobre los indicadores sociales que miden el avance hacia la digitalización, solamente el despliegue de la tecnología de conectividad 5G puede atraer hasta 5.000 millones de euros en inversiones que podrían suponer la creación de 300.000 nuevos puestos de trabajo. Por otra parte, la presidenta de Adigital, Carina Szpilka, señalaba en una reciente entrevista que el objetivo de la asociación es que la economía digital llegue a ser un 40% del PIB de España en el año 2030.

En la medida en que el alcance de lo que se llama economía digital es tan amplio, es difícil encontrar datos sobre su mercado. Si nos atenemos al sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), un estudio de IDC Research España avanza que las empresas españolas invertirán este año hasta 59.200 millones de euros en tecnología, cifra que aumentará con un crecimiento sostenido del 2,2% hasta 2024.

Otro de los indicadores de la salud del sector es la creación de empleo. En 2021, las empresas españolas dedicadas a la tecnología de la información y la comunicación aumentaron sus contrataciones en un 14,3% y, actualmente, emplean al 2,7% de los trabajadores del país, según datos de Randstad. Por su parte, el barómetro “TIC Monitor” señala que entre abril de 2021 y el mismo mes de 2022, la demanda de talento en el sector de la tecnología se ha incrementado un 7,3%; un ritmo “muy por encima del incremento del 3,3% del sector servicios en su conjunto”. 

 

 

Los retos

Para alcanzar esas metas, nuestra economía tiene que abordar algunos de los retos que todavía cuentan en la lista de tareas pendientes, como es el caso del talento y el de la digitalización de las pequeñas y medianas empresa, los autónomos y las Administraciones Públicas.

En el caso del talento, según Adigital y BCG, “los avances tecnológicos y digitales provocan desde hace años un desajuste entre las capacidades de los trabajadores y las necesidades de las compañías”. Por otra parte, debido a la rapidez de los cambios, las habilidades y competencias se quedan obsoletas en un plazo de 5 años, por lo que es necesario reformar el sistema educativo para que eduque en el aprendizaje para toda la vida y promover el concepto de “formación permanente” como responsabilidad tanto del trabajador como de la empresa empleadora.

En cuanto a las pymes, la Agenda Digital de España destaca el programa Kit Digital, que tiene como fin la digitalización de pequeñas empresas, micro pymes y autónomos, así como contribuir a modernizar el tejido productivo español, y que está dotado con 3.067 millones de euros, financiados por la Unión Europea a través de los fondos NextGenerationEU. 

Las pymes españolas suponen el 99% del tejido empresarial español y solamente las empresas sin trabajadores y las micro pymes (de 1 a 9 empleados) generan el 36% del trabajo asalariado. Su pequeño tamaño es un obstáculo para la mejora de su productividad y su resiliencia, pero la digitalización representa una oportunidad para sortear esas barreras, según el informe de Adigital y BCG, sobre todo en dos aspectos:

  • La digitalización del go-to-market a través de la entrada en el canal digital y de la presencia en redes, que amplían el público objetivo y facilitan la internacionalización. 
  • La transformación digital de los procesos operativos mejora la precisión y la eficiencia, y permite una escalabilidad de operaciones. 

No obstante, más allá del ámbito de las empresas y la economía asoman otros desafíos que implican a toda la sociedad y que el premio Nobel de Economía Jean Tirole resume así:

  • Generar confianza en el ecosistema digital, ante un contexto de excesiva oferta e información.
  • Proteger el uso de los datos personales y el derecho de su propiedad.
  • La creación y destrucción de empleos, como consecuencia de los cambios tecnológicos implica modificaciones en los modos organizar la vida laboral.
  • La búsqueda de estrategias de fiscalidad justa para negocios que superan las barreras de los estados soberanos.

A todo ello conviene añadir una creciente preocupación social por la ética en el entorno digital, y la necesidad de crear códigos que regulen los negocios y la vida social en internet.
 

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