¿De verdad eres un líder integral?

Juan Antonio Martínez Gijón
Socio de AMG Human y Sportalent - juanantoniomartinez@amghuman.com

Constantemente hablamos de talento entre los profesionales de áreas de personas. Hay variopintas definiciones que se podrían traer al respecto; la RAE habla de “persona inteligente o apta para determinada ocupación” y el diccionario de Cambridge lo define como “una habilidad natural para ser bueno en algo, especialmente sin ser enseñado”. Tampoco olvidemos el origen, que proviene de la unidad monetaria o moneda utilizada por civilizaciones del Mediterráneo como los griegos o romanos.

Significativo también, quien me conoce sabe que la traigo a colocación asiduamente, la parábola de los talentos de Jesús. No la narraré aquí, pero básicamente la enseñanza principal versa sobre el uso sabio y diligente de los dones y habilidades que Dios nos ha dado, y la importancia de ser fieles administradores de ellos, para hacerlos crecer en la medida de nuestras posibilidades. 

En el mundo de la empresa vemos a esos talentos florecer y llegar a posiciones relevantes en sus compañías. Son profesionales que a priori juzgaríamos como personas que han sabido aprovechar y hacer crecer sus talentos. Pero hoy quiero hacer hincapié en un aspecto que considero crucial: un buen número de esos directivos muestran significativas carencias, no de orden académico o técnico, pero sí en la faceta personal.

Se me va a entender fácilmente con un ejemplo: imaginemos una escena de un escalador de grandes picos, que, gracias a su fuerza y pericia, pero también gracias a la inestimable ayuda de personas que le van soportando, que le dan su aliento y que le avituallan, alcanza la cima. Es decir, logra su objetivo gracias a quienes le proporcionan los recursos necesarios para realizar su escalada de manera efectiva. Y en la escena visualizo también a muchas de esas personas que facilitaron la escalada: caídos, hundidos, tirados en las laderas de la montaña, pereciendo y algunos con sus manos extendidas esperando la ayuda y sostenimiento de un escalador que arriba solo se ve a sí mismo y que, entre las nieblas del triunfo, no logra (o peor, no quiere) ver a nadie más. 

Quizás parezca muy agresiva la foto, pero muchas veces es verdad. Me encantaría que fuera diferente y que las personas que han ayudado en el camino a la cima lograsen la ayuda que necesitan para a su vez poder crecer. 

Reconoce a tus colaboradores

Es responsabilidad de cada uno tener la dignidad de saber reconocer lo que han aportado los demás en nuestro camino; y ello sin olvidar que lo que hoy se puede, mañana no se sabe. Como han dicho bastantes filósofos, pensadores o científicos a lo largo de la historia: el futuro no existe. Lo que existe realmente es el ahora, es el momento de poder cambiar y actuar.  

Anticipándome a alguna reflexión: es cierto que hay quienes no se dejan ayudar. Es entonces cuando hay que tomar decisiones concretas con personas. A fin de cuentas, el buen líder debe velar por el bien y la justicia de la mayoría. Aunque, siempre hay formas de hacerlo con sinceridad y sin buscar herir y rematar. 

Me parece fundamental que en nuestro caminar profesional pensemos siempre en la sensación que tendrán de nosotros las personas con las que tenemos la suerte de cruzarnos. Valoremos el impacto que hemos causado en los que durante el camino nos proporcionan los recursos necesarios para realizar nuestra escalada de manera efectiva. ¿O estamos tan llenos de nosotros mismos que pensamos acaso que el futuro no existe y que no se nos pedirá cuentas de lo que hicimos con esos talentos?