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Juan Manuel Blanco
Director Editorial de INESE
@JuanMaBlancoG
La Inteligencia Artificial (IA) comienza a ser tan común en nuestro día a día como los teléfonos móviles o internet. De forma consciente o inconsciente para nosotros marca ya el presente y condicionará el futuro, a nivel personal y profesional.
¿Y para el sector asegurador? GlobalData acaba de apuntar que la suscripción y la evaluación de riesgos son las áreas de mayor impacto positivo de la IA en la cadena de valor del Seguro, seguidas de la gestión de siniestros, el servicio al cliente y el desarrollo de productos. McKinsey & Company constata sin embargo en otro trabajo la realidad del sector. Apunta que solo unas pocas entidades han logrado obtener una ventaja competitiva con la IA y que, aunque son muy numerosos los casos de uso en producción, los ejecutivos de muchas de ellas reconocen que escalar la tecnología a nivel empresarial sigue siendo un desafío. Se quejan de los riesgos de seguridad, los altos costes, la posibilidad de quedar atrapado con proveedores, la escasez de talento, la resistencia cultural, las brechas de gobernanza y los problemas de las infraestructuras heredadas.
Mapfre ha ido más allá y en un ejercicio de prospectiva ha analizado en otro informe cómo evolucionará la relación entre humanos y tecnología de cara al año 2035 y las implicaciones para el sector. Habla de 4 escenarios alternativos, entre los que llama la atención el cuarto, el más optimista, en el que apunta que la IA se integrará completamente en la vida cotidiana, permitiendo seguros predictivos, primas dinámicas y automatización total. A su juicio, la clave para las aseguradoras estará en su capacidad de adaptación, impulsando nuevas alianzas tecnológicas, reforzando capacidades en datos y ciberseguridad, rediseñando procesos y capacitando al talento humano pues, constata, “el verdadero reto será preservar una interacción significativa y de confianza con el cliente”.
Otro buen documento, este de la Asociación Internacional de Supervisores de Seguros (IAIS), refleja que el uso de la IA en seguros está creciendo rápidamente, aportando beneficios como mayor eficiencia, personalización de productos y mejora en la gestión de riesgos, pero no esconde sus riesgos (sesgos algorítmicos, falta de transparencia, problemas de privacidad, ciberseguridad y exclusión financiera), lo que hace imprescindible una gobernanza sólida y contar con supervisión humana, trazabilidad y control de terceros. ¡Ojo!, también enfatiza el papel clave de los supervisores.
Este llamamiento a un desarrollo responsable de la IA en seguros se ha producido pocos días después de la decisión de un Tribunal Federal de EEUU ante una demanda contra una aseguradora por hacer un mal uso de la IA, que era quien tomaba decisiones sobre las coberturas médicas de los asegurados ignorando las recomendaciones de los doctores y sin tener en cuenta las circunstancias personales. La sentencia lo dice bien claro: el uso de IA (en procesos de evaluación médica) debe ser transparente y respetar los compromisos contractuales adquiridos.
La agencia Morningstar DBRS lo acaba de advertir también: la IA es clave para impulsar el crecimiento y la rentabilidad, pero puede generar daños financieros y reputacionales si no se acompaña de marcos sólidos de gestión del riesgo”. ¿Tenemos trabajo, mucho trabajo, por delante, verdad?