La era de Diógenes

José Gabriel Puche
jpuchedelahorra@gmail.com

Ya nadie se acuerda de los quebraderos de cabeza que suponían los datos. Tenerlos implicaba un coste de almacenamiento y tratamiento. De los costes asociados al dato físico, archivos interminables, el pleistoceno para las nuevas generaciones, mejor ni mentarlo. El dato electrónico también tenía su propio gasto; recuerdo los abultados presupuestos para la compra de hardware. Todo esto ha evolucionado, la llegada del Cloud ha supuesto una verdadera revolución. Parece que no hay límite para guardar datos. En todo caso, el coste sigue presente, el uso del Cloud no es gratis.

¿Para qué tenemos, queremos, tanto dato? Tenemos datos para defendernos, para justificar que hicimos o no hicimos algo, por ejemplo, las responsabilidades sobre asesoramiento en la contratación. Tenemos datos para cumplir con requisitos legales, para confirmar los contratos o un determinado pago.  Un viejo refrán señala que la información es poder y es el uso de la información, del dato, la principal razón por la que lo acumulamos.

¿Qué acumulamos? Todo lo que podemos. ¿Nos sirve? ¿Lo usamos? ¿Es diferencial? Responder a estas preguntas clave resulta esencial para saber si lo que almacenamos es basura o guarda pepitas de oro en su interior. Tengamos presente “garbage in, garbage out”

La tecnología actual facilita la interacción continua de la persona con su entorno y es así la principal razón del incremento de número de datos disponible. 

En los últimos años la industria aseguradora ha cambiado rápidamente. Un elemento en este cambio ha sido el crecimiento continuo de cantidades masivas de datos que se han procesado. Para tratarlos se ha producido una ola de tecnologías de procesamiento avanzadas que permitan gestionar sistemáticamente los grandes volúmenes de datos; es el Big Data. Los datos que han almacenado y procesado los aseguradores incluyen información personal y no personal, proveniente de fuentes internas o externas, así como información que puede estar estructurada o no estructurada

El Big Data ha revolucionado el sector asegurador. Mejorando la gestión de los datos se ha mejorado la experiencia de los clientes, la evaluación del riesgo, las operaciones y la detección del fraude, así como un fuerte impulso a la innovación, la diferenciación y el crecimiento. Por otra parte, los datos son la energía que impulsa el valor de la Inteligencia Artificial y sus aplicaciones. 

Claves del éxito con los datos

Para explotar el potencial del dato, la analítica, Data Analytic, y las aplicaciones avanzadas basadas en IA es necesario tener un equipo preparado y con conocimiento de negocio. Para tener éxito es preciso cambiar la forma de trabajar, rompiendo barreras departamentales. Integrar personas de suscripción, actuarial, agentes y administrativos, junto con personal del área tecnológica, es esencial. Incluso ir más allá y utilizar nuevas técnicas de gestión, como podría ser Agile. 

El puro dato ha aumentado la presión competitiva: bajo la premisa de tratamiento más adecuado del dato han nacido muchas Insurtech. También en base a la posesión de datos, se ha animado a nuevos entrantes del tipo Amazon, Google o Apple. En este contexto algunos aseguradores han postpuesto la decisión de cambiar el Core y se han centrado en la gestión del dato, en su almacenamiento y gestión, y en disponer de herramientas que faciliten la analítica aplicada para permitir el crecimiento del negocio. 

Pero no todo son datos, hace falta conocimiento de negocio y paciencia.  En estos días hemos visto que Amazon cerraba su operación de seguros. Antes ya lo había hecho Google, que lanzó Google Compare en 2016. Solo Apple continúa en la brecha. En todo caso, tanto Amazon como Google siguen vendiendo seguros y ganando mucho dinero. En cuanto a las Insurtech, solo un apunte, Allianz recientemente ha comprado Luko.

Identificar los datos relevantes

Los datos deben ser accesibles, compartibles y procesables con visión de negocio. Estamos en un mundo de constante disrupción, los procesos de tomas de decisiones deben acelerarse, y para ello es clave plantear las preguntas adecuadas y encontrar respuestas antes que nuestra competencia. El dato y su análisis son la base, pero no el fin.

Volviendo al comienzo, mantener datos ha dejado de ser un gasto para ser un activo estratégico. Es imprescindible tener un mecanismo para identificar datos relevantes que pueden aparecer en cualquier momento: por ejemplo, en la tramitación de un siniestro o una reclamación o generados por los nuevos sensores instalados en neveras o coches o en los cachivaches que muchos llevan para medir su actividad.  Se debe ser consciente del dato, pero también del riesgo de no depurarlo, de no integrarlo adecuadamente, y lo más importante, de no tener el talento para usarlo.