Silent PFAS: la exposición silenciosa
Las PFAS son sustancias químicas perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas utilizadas en procesos industriales y bienes de consumo desde finales de los años 40. Estas sustancias químicas sintéticas permiten que el producto fabricado adquiera mayor durabilidad, resistencia al agua, al calor, al aceite o a la corrosión. Se encuentran en multitud de productos que usamos diariamente, porque son el escudo que evita que los alimentos se peguen en la sartén, que la lluvia permee en la ropa y calzado o que la grasa traspase el envase de algunos alimentos, que los productos cosméticos y de higiene duren más tiempo pegados a nuestra piel. Se encuentran en compuestos para pulir, en ceras, pinturas, productos de limpieza o en espumas para combatir incendios, que son a su vez una fuente de contaminación del agua subterránea en aeropuertos, vertederos y bases militares donde se realizan las pruebas contra incendios.
Las sustancias PFAS llevan más de setenta años contaminando la tierra, el aire y el agua del planeta, así como nuestro cuerpo. Son llamados químicos eternos, ya que son un contaminante omnipresente, que no se descompone ni desparecer. Además, son bioacumulables, es decir, se acumulan en nuestro organismo a través de la ingesta de alimentos y consumo de agua. Por este motivo, las PFAS están asociadas a efectos perjudiciales para la salud como la afectación al sistema inmune, daños hepáticos y renales, tiroides, obesidad, colesterol, problemas de fertilidad y cáncer.
El creador de una de las primeras sustancias PFAS fue la empresa 3M, que en 1947 inventó el compuesto conocido como PFOA (una de las más de 9.000 sustancias asociadas con PFAS), un producto químico antiadherente, gracias a la unión entre los átomos de carbono y de flúor, usado en multitud de compuestos entre los que destaca el teflón. El “reconocimiento” del daño que causa este invento le ha llevado a proponer un acuerdo para pagar 12.500 millones de dólares en 13 años para financiar las tecnologías de tratamiento de sistemas de gestión del agua que den positivo en PFAS, y así evitar litigios en Estados Unidos por casos de contaminación de agua potable.
El caso más paradigmático se llevó a las pantallas de cine con la película ‘Aguas Oscuras’, que narra la batalla legal que en 2017 obligó a la empresa Dupont a indemnizar con 670 millones de dólares a 3.500 familias que habían contraído enfermedades asociadas a beber agua contaminada con PFOA.
Lamentablemente, nuevos casos se han ido destapando desde entonces, también en Europa, y con toda certeza se desvelarán más en el futuro, y aunque todavía no existe ningún siniestro que haya afectado a la industria del seguro, ésta no es ajena al riesgo. Setenta años de exposición paulatina, sigilosa y latente llevan a pensar que podría existir una “cobertura silenciosa” de PFAS en las pólizas de seguros de responsabilidad civil.
Aunque en la mayoría de los casos podríamos encontrar dificultades para señalar culpables y defectos de prueba, nuestra responsabilidad como (re)aseguradores es gestionar la exposición de este riesgo, exigiendo a nuestros asegurados la máxima diligencia posible en su gestión y su compromiso y responsabilidad con el medio ambiente, la sociedad y con el gobierno corporativo. Desde Munich Re nos alineamos con nuestros socios aseguradores para controlar y limitar nuestro riesgo, incluyendo la posibilidad de excluir las actividades más expuestas.