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Con las cifras en la mano, el campo español es el más asegurado de Europa. Lo muestra el primer balance de Agroseguro que, en 2023, por primera vez en su historia, superó los 1.000 millones en primas. ¿La razón? Como explica su presidente, Ignacio Machetti, que “contamos con el sistema de seguros más avanzado y apoyado por el sector público”. Eso sí, pensando en la preocupante evolución climática y la creciente siniestralidad (el pasado año supuso casi 1.250 millones, un 40% por la sequía), hay que replantear ciertos aspectos. ¿Cuáles? Machetti apunta tres: avanzar en la segmentación para ajustar las condiciones de manera individualizada, definir al máximo los rendimientos asegurables y replantearse el futuro de las coberturas ineficaces. Y es que, como concluye, “las disponibilidades públicas para apoyo al Seguro son limitadas, y una opción es priorizar”.
‘ACTUALIDAD ASEGURADORA’ (en adelante ‘A.A.’).- Agroseguro ha comunicado un incremento histórico de la contratación de seguros agrarios en 2023. ¿En qué sectores productivos y en cuáles no, y cuál es la explicación?
IGNACIO MACHETTI.- El incremento de las primas es muy significativo: de un 16%, hasta los 1.011 millones de euros. Es la primera vez que se superan los mil millones, pero lo más relevante es que el crecimiento de la contratación parece acelerarse en 2023, y además de forma bastante generalizada, no solo –como podría pensarse– en los cultivos expuestos a los efectos de la sequía, que está siendo devastadora en estos dos últimos años. Prácticamente todas las producciones principales de nuestro sector agrario crecen en su aseguramiento, incluso las que ya tenían una alta implantación. Por citar las de mayor volumen de primas, los frutales crecen un 9%, las hortalizas un 12%, los cítricos un 3%, el viñedo otro 3% o el conjunto de los seguros pecuarios un 6%. Y también es destacable que el capital asegurado roza los 17.000 millones de euros y marca récord por noveno año consecutivo. Una parte importante de esas primas estarán cubriendo riesgo para la cosecha 2024. En definitiva, nunca ha habido más agricultores y explotaciones con protección del seguro agrario.
De las principales líneas de seguro, solo los cultivos herbáceos no han crecido, pero se debe a la escasa contratación que se hizo en primavera para cubrir pedriscos, porque, tras muchos meses sin aportaciones de agua, los cerealistas tenían menores expectativas de producción que asegurar frente a este riesgo. Por el contrario, y precisamente por esa falta de precipitaciones y los graves siniestros de esta campaña, este pasado otoño se ha disparado la contratación de cara a la campaña 2024: las pólizas de herbáceos contratadas desde octubre –las de cobertura más completa, incluyendo sequía– rebasan los 3,2 millones de hectáreas, casi 300.000 más que la contratación del pasado otoño.
Y la explicación no es otra que la patente evolución climática. Es meridiano que la sensación de riesgo de los agricultores va en aumento, conforme lo hace la siniestralidad.
‘A.A.’.- Pero, ¿aún queda margen de crecimiento, hay campo por asegurar?
IGNACIO MACHETTI.- Naturalmente. Muchas de las producciones más importantes tienen muy alta implantación, como los cereales, los frutales, el caqui o el plátano, pero otras también importantes, aunque creciendo, están aún en niveles medios, como es el caso de los cítricos, el viñedo o las hortalizas. Y el olivar, producción de la que España es líder mundial, tiene una contratación más escasa. Pero, por ponerlo en perspectiva, sí hay que señalar que el campo español es el más asegurado de Europa. Y eso no es debido a circunstancias de las explotaciones, sino a que contamos con el sistema de seguros más avanzado y más apoyado por el sector público.
‘A.A.’.- También las cifras de siniestralidad de 2023 son históricas…
IGNACIO MACHETTI.- Desafortunadamente, el récord de 2022, con casi 800 millones de euros, se ha vuelto a batir el pasado año, y por mucho, hasta los casi 1.250 millones, es decir, cerca de un 60% más en solo un año. Solo la sequía de 2023 se ha llevado 496 millones, lo que la convierte en el evento más caro de la historia del Seguro. Puede que sea un año muy excepcional –ojalá–, pero la evolución de los últimos años es a todas luces preocupante.
‘A.A.’.- Entonces, ¿cómo se pueden mantener estas cifras, si pensamos en el futuro del sistema? ¿Qué medidas habría que adoptar para que el seguro agrario sea sostenible y rentable?
IGNACIO MACHETTI.- Una pregunta clave, para alargarse un poco. Empiezo por decir que el sistema tiene todas las herramientas necesarias: un entramado normativo e institucional impecable, muy eficaz y muy ágil, un régimen de coaseguro eficiente –el ramo con menor nivel de gastos de explotación–, un reaseguro público muy potente y un sistema de reservas adecuado a la variabilidad de los riesgos. Y, además, con más de 40 años de experiencia y una amplitud de coberturas única, por cultivos y por riesgos.
Pero hay una cosa clara: las entradas tienen que ser iguales a las salidas, al menos a medio y largo plazo. No digo mayores, digo iguales. Y esto no viene siendo así en los últimos tiempos. Las 16 entidades que forman parte de Agroseguro pueden asumir que esto es una herramienta público-privada con márgenes muy inferiores al resto de ramos, pero, como es natural, no con pérdidas reiteradas. Es cierto que la protección del reaseguro del Consorcio está siendo clave, pero también lo es que sus reservas de estabilización en este ramo vienen mermando, y que lo mismo está ocurriendo con las de las coaseguradoras para afrontar su retención. Y hay que evitar a toda costa que se agoten.
Llevamos mucho tiempo diciendo que es necesario replantear ciertos aspectos. Si la siniestralidad aumenta, hay que adaptarse, pero no es sostenible resolverlo con subidas de primas o reducción de coberturas de manera generalizada e indiscriminada, y mucho menos de forma indefinida.
El camino es, en primer lugar, avanzar en la segmentación para ajustar las condiciones de manera cada vez más individualizada. Hay asegurados con buenos resultados, con siniestros puntuales, pero también focos minoritarios, ya sean asegurados o cultivos en zonas muy concretas, con reiterada y altísima siniestralidad, y unos y otros deben tener condiciones de aseguramiento diferentes, porque sus realidades también lo son. Incluso hay casos en los que debería reconsiderarse su asegurabilidad. El Seguro debe equilibrar la renta de los agricultores, pero no sostener niveles que ya no se alcanzan, o solo esporádicamente, o mantener producciones que deberían adaptarse.
Por otro lado, hay que ajustar al máximo los rendimientos asegurables, y eso pasa por considerar la tendencia, no solo las cifras de producción media obtenidas de históricos largos. Esto es muy importante, porque también hemos detectado casos de sobreseguro.
Pero, además, también hay alguna que otra cobertura ineficaz, que consume recursos y que debería replantearse. Las disponibilidades públicas para apoyo al Seguro son limitadas, y una opción es priorizar. Pero no me corresponde a mí esa decisión, y comprendo que no es fácil.
‘A.A.’.- Llevas más de una década como presidente, y antes fuiste consejero, representando al Consorcio de Compensación de Seguros. ¿Qué perspectiva te da el tiempo?
IGNACIO MACHETTI.- Efectivamente, 12 años como consejero, primero por la DGSFP y luego por el CCS, y ahora 13 como presidente, así que un cuarto de siglo viéndolo crecer. Con las mismas bases iniciales, muy sólidas –por cierto, la de Seguros Agrarios fue la primera ley de la democracia–, el sistema se ha desarrollado enormemente, a veces incluso demasiado rápido, y ha tenido múltiples ocasiones de demostrar su fortaleza, gracias, entre otras cosas, al apoyo decidido de todas las Administraciones Públicas, estatal y autonómicas, y de todo signo político. El sector agrícola y ganadero aprecia mucho este instrumento y lo necesita cada vez más. Por eso, es del interés de todos garantizar su sostenibilidad, y ahora, con este agravamiento de los riesgos, es momento de afianzarlo, lo que va a requerir de esfuerzos por parte de todos los intervinientes.
‘A.A.’.- Con esta evolución climática y el Seguro en constante revisión, hay representantes sectoriales que claman que no es asumible. ¿Lo ves así?
IGNACIO MACHETTI.- Hay que ponerse en su lugar: con un riesgo creciente y un importante incremento en los precios de sus insumos, necesitan el Seguro, y reclaman más cobertura y menos prima. Pero, con los resultados actuales, eso es matemáticamente imposible, salvo con subvenciones todavía mayores.
Por cierto, que, dicho esto, hay que destacar que la mitad del coste del Seguro está subvencionada –no sin grandes esfuerzos presupuestarios de las Administraciones Públicas–. Por tanto, a nivel global, el sector recupera el doble de lo invertido, y en años de siniestralidad desequilibrada, como 2022 o 2023, bastante más. Eso parece asumible. No quepa duda de que al sector agrícola y ganadero, en su conjunto, siempre le saldrán las cuentas del Seguro.
Ahora bien, a nivel individual, el Seguro será asumible para el agricultor cuyo riesgo sea asumible. No puede pretenderse que esos casos minoritarios, en los que los siniestros consumen de forma casi sistemática 3, 4 o 5 veces las primas, no sufran revisiones. Precisamente una mayor segmentación propiciará que no paguen justos por pecadores.
‘A.A.’.- En cuanto a gestión, afrontar la siniestralidad de 2023 habrá sido un reto tremendo, ¿no?.
IGNACIO MACHETTI.- Sin duda. Ha habido que tramitar una superficie siniestrada de casi 3,5 millones de hectáreas, que es casi el 60% de la asegurada en 2023. ¿Alguien se imagina esa siniestralidad en su propia cartera?
Además, la mayor parte de la campaña se ha tenido que gestionar durante el final de la primavera y el verano, con más de 400 técnicos desplegados pueblo a pueblo de manera simultánea. Ha sido un reto de gestión en campo y también a nivel administrativo, pero se ha conseguido mantener el plazo de pago por debajo de los 30 días desde la tasación, y este es uno de los aspectos en los que mejor nos valoran nuestros asegurados, año a año. La digitalización y las nuevas tecnologías son clave en la reducción de los tiempos.