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El ejercicio 2023 acaba de comenzar y se presenta como un año lleno de incertidumbres. La mayor de ellas, y que condicionará todo lo demás, es la evolución de la guerra de Ucrania, ya que el escenario puede variar sustancialmente si Rusia sigue aumentando la tensión o si decide replegarse. La evolución de la inflación y los tipos de interés son otros dos aspectos que marcarán sin duda el año.
David Ramos
d.ramos5@gmail.com
Con la guerra de Ucrania como telón de fondo, la evolución de la inflación y, por consiguiente, de los tipos de interés, condicionará el comportamiento de toda la economía.
El año 2022 concluyó con una inflación de 6,8% en nuestro país. Y el Gobierno ha adelantado que el PIB crecerá un 5% en el tercer trimestre, por encima del 4,4% inicialmente previsto.
En este contexto tan complicado, los esfuerzos del Ejecutivo se están centrando en dinamizar la economía —a través de los PERTE que vehiculan las ayudas de los Fondos Next Gen-EU, esencialmente— y en contener la inflación, con la aprobación de diversos paquetes de medidas. El último, anunciado a finales de 2022, contempla la rebaja del IVA de los alimentos de primera necesidad (sin incluir la carne y el pescado), la asignación de una ayuda de 200 euros a las familias con rentas de hasta 27.000 euros y prolongar la rebaja de los impuestos al gas y la electricidad, aunque decayó la bonificación general de 20 céntimos por litro en los combustibles, que sólo se mantendrá en los sectores más afectados por la subida. Además, se aprobó una subida de las pensiones del 8,5%.
Con la vista puesta en este ejercicio, los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2023 se apoyan en una previsión de crecimiento de la economía española del 2,1%. Además, el Gobierno confía en que las medidas adoptadas para contener la inflación surtan efecto y el alza de los precios se vaya conteniendo a lo largo del año. Sin embargo, las previsiones de otras organizaciones son menos optimistas.
Todos los organismos e instituciones ofrecen unos pronósticos menos optimistas que el Gobierno español, aunque algunas de sus previsiones no se apartan demasiado. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina que la economía española crecerá un 1,2% en 2023. Esta previsión está en sintonía con la de BBVA Research, que también contempla un crecimiento económico del 1,2% este ejercicio, elevándose hasta el 3,4% en 2024. De hecho, reseña que la economía resiste mejor de lo esperado y cree que irá mejorando a medida que descienda el precio de la energía, se modere la inflación y se reduzcan los cuellos de botella en el mercado.
La OCDE espera que el crecimiento económico se ralentice este año (+1,3%) y continúe siendo moderado en 2024 (+1,7%). El Banco de España también ha rebajado sus expectativas y predice un crecimiento del 1,3% en 2023, debido al empeoramiento del contexto exterior. Además, sus cálculos para los años siguientes son bastante contenidos (+2,7% en 2024 y +2,1% en 2025), como consecuencia de la previsible retirada de las medidas desplegadas para combatir el impacto de la crisis energética y la inflación.
La Comisión Europea también ha recortado su previsión de crecimiento de la economía española para 2023, dejándolo en el 1%, como consecuencia del impacto de la guerra de Ucrania y de la inflación.
Mapfre Economics también aprecia una desaceleración de la economía española, por lo que anticipa un crecimiento del 1% este ejercicio. Igualmente, Caixabank espera un crecimiento del 1% en 2023, que se elevará hasta el 1,9% al siguiente año.
En una línea similar, el ‘Consenso Económico y Empresarial’ del cuarto trimestre de 2022 de PwC adelantaba que España cerrará 2023 con un crecimiento del PIB del 1,1%. Supone un fuerte recorte, ya que su anterior estimación era del 3%. Además, augura que nuestra economía no recuperará al menos hasta 2024 el PIB que tenía antes de la pandemia.
S&P Global considera que la economía española crecerá un 0,9% en 2023 y un 1,9% en 2024. Aun así, sus pronósticos son mejores para nuestro país que para el conjunto de la eurozona, que se estancará este año y crecerá un 1,4% en 2024, según sus expertos.
La CEOE ofrece la peor previsión. Aunque no aprecia señales de desaceleración abrupta, precisa que el final de 2022 se caracterizó por una desaceleración de la actividad, el empleo y la inflación. De este modo, pronostica un crecimiento del PIB del 0,8% en este ejercicio. No obstante, considera que nuestra economía podría resistir mejor que la eurozona por diversos factores, como el impacto del shock energético frente a otros países europeos, un mercado inmobiliario menos tensionado y la resistencia del mercado laboral.
De hecho, todos los pronósticos para nuestro país superan con creces las previsiones para el conjunto de la zona euro o para otras economías avanzadas, como Alemania, Francia, Italia, Reino Unido o Estados Unidos. En este sentido, Mapfre Economics destaca el entorno de estancamiento en la zona euro, mientras que el FMI puntualiza que la desaceleración económica será más pronunciada en la zona euro que en España, como consecuencia de la crisis energética provocada por la guerra.
El FMI destaca que la presión inflacionaria en el mundo está siendo más extensa y persistente de lo esperado y no se está viendo afectada por la desaceleración económica. Tras alcanzar máximos en 2022, prevé que la subida de los precios se vaya moderando a lo largo de 2023 y 2024, cuando la inflación mundial se situará en el 4,1%. Además, hace hincapié en que el alza de los precios se está extendiendo más allá de los alimentos y la energía, lo que se traduce en un importante incremento de la inflación subyacente.
Centrándonos en nuestro país, tanto la Comisión Europea como Mapfre Economics pronostican que 2023 concluirá con una inflación del 4,8%. El servicio de estudios de la aseguradora especifica que la moderación en el IPC que se ha registrado en los últimos meses se debe a efectos de base y a la contención del precio del combustible, la electricidad y el gas natural.
La CEOE espera una inflación del 4,3% en 2023. Puntualiza que la clave para controlar la inflación estará en mitigar o no iniciar posibles ‘efectos de segunda ronda’, causados por la subida de los salarios como respuesta al alza de precios, generando una espiral inflacionista.
El Banco de España espera una inflación del 4,9% en 2023, mejorando sus previsiones respecto a las que ofrecía en octubre (+5,6%). Para 2024, prevé una inflación del 3,6% (1,7 puntos porcentuales más que en su anterior informe), por lo que habrá que esperar hasta 2025 para ver cierta contención (+1,8%). Explica que esta reducción de las tasas de crecimiento de los precios de consumo será propiciada por la aparición de efectos base y por al abaratamiento esperado de las materias primas energéticas.
Sin embargo, cree que la moderación de los precios de los alimentos tardará algo más en producirse, ya que aún no se ha completado plenamente la transmisión de los aumentos de costes. De este modo, prevé una inflación subyacente del 3,4% en 2023, el 2,2% en 2024 y el 1,8% en 2025.
BBVA Research también advierte que será más difícil reducir la tendencia de la inflación subyacente. Predice una inflación del 4% en 2023, rebajándose hasta el 2,8% al año próximo. Explica que la estabilización de los precios se fundamentará en el descenso de la demanda; la reducción del precio del gas y del combustible, que beneficiará tanto a las familias como a las empresas; y la mayor disponibilidad de bienes, tras la crisis de suministro experimentada en los ejercicios precedentes.
S&P Global es menos optimista para este año, ya que espera una inflación del 5,1%. No obstante, observa un escenario mejor en 2024, con una inflación del 2,3%. En una línea parecida, Caixabank prevé una inflación del 4,6% en 2023 y del 2,3% el próximo año.
Por su parte, PwC cree que la inflación se reducirá más rápidamente y alcanzará el 4% en junio de este año.
La combinación de desaceleración económica y el alza de los precios complica las decisiones en materia de política fiscal y monetaria por parte de gobiernos y bancos centrales. Por un lado, se necesitan ayudas, incentivos fiscales y unos tipos de interés bajos que impulsen el crecimiento económico. Sin embargo, parece imprescindible subir los tipos de interés para contener la inflación.
De hecho, el FMI advierte que el riesgo de una calibración errada de la política monetaria, fiscal o financiera ha aumentado drásticamente en un momento de gran incertidumbre como el que vivimos. Asimismo, afirma que las condiciones financieras mundiales podrían deteriorarse si estalla la agitación en los mercados financieros. Esto podría contribuir a un fortalecimiento del dólar y empujar a los inversores hacia activos seguros. Además, considera que esto aumentaría las presiones inflacionarias y las fragilidades financieras en el resto del mundo, sobre todo en las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Respecto a la evolución de los tipos de interés, Mapfre Economics considera que se situará en el 2% al final del año. El Banco de España espera que el tipo de interés a corto plazo —euribor a tres meses— se emplace en el 2,9%, mientras que el tipo de interés a largo plazo —rendimiento de los Bonos del Tesoro a 10 años— se situará en el 2,9% en 2023.
Por su parte, Caixabank considera que el euribor a 3 meses alcanzará en el 2,59% este año, mientras que el euribor a 12 meses se situará en el 2,73%. Además, adelanta que la deuda pública española a 3 años se colocará en el 2,77% este año, mientras que la deuda pública a 10 años alcanzará el 3,8%.
BBVA Research cree que el euríbor a 12 meses continuará subiendo y se estabilizará a inicios 2023 en torno al 3%, es decir, unos 350 puntos básicos más que a comienzos de 2022. Afirma que el gasto de los hogares se verá afectado por la mayor incertidumbre por el contexto geopolítico, el incremento de los precios, la desaceleración del empleo y el aumento en los tipos de interés. En particular, considera se puede ver cierta desaceleración de la demanda en aquellos sectores particularmente impactados por el repunte en los tipos de interés.
Igualmente, PwC cree que la ralentización de la actividad económica conducirá a un descenso de la demanda de las familias, tanto en el consumo como en la compra de vivienda, como consecuencia de la subida de tipos de interés. En este sentido, el 74,6% de los encuestados considera que se reducirá el consumo de las familias y el 85,6% de los consultados cree que decaerá la compra de vivienda.
BBVA Research remarca que el incremento en la riqueza generado por la imposibilidad de gastar durante la pandemia podría ayudar a compensar parte de la pérdida de poder adquisitivo resultante de la mayor inflación y del aumento de tipos de interés. De hecho, pone el acento en el repunte de las amortizaciones de hipotecas.
La OCDE cree que el ahorro acumulado durante la pandemia sostendrá el consumo, a pesar de que la inflación limitará el poder adquisitivo de los hogares. No obstante, recalca que el aumento de los tipos de interés frenará el consumo y la inversión en vivienda. Sin embargo, augura que tendrá menos impacto que en otras ocasiones, debido a la disminución de las hipotecas suscritas a tipo variable en la última década. Al hilo de ello, BBVA Research destaca el avance de los préstamos a tipo fijo, que ya alcanza el 30% del total del saldo vivo hipotecario. Además, incide en el considerable esfuerzo de desapalancamiento realizado en los últimos 14 años.
Sin embargo, el Banco de España considera que el recurso de los hogares a la bolsa de ahorro que generaron durante la crisis sanitaria será relativamente limitado y no llegará a suponer un impulso significativo para los niveles de gasto agregado.
Según las previsiones de la OCDE, el consumo privado crecerá un 0,8% en 2023. Mapfre Economics pronostica un incremento del 1,3%. Por su parte, Caixabank contempla un aumento del 0,7% este año y del 2,3% en 2024. Y el Banco de España vaticina un crecimiento del 1,9% en 2023 y del 2,8% en el siguiente ejercicio. Sin embargo, BBVA Research es menos optimista y espera un estancamiento en 2023 (+0,1%), recuperándose ya en el próximo ejercicio (+2%).
Los expertos vislumbran varios factores que podrían hacer que el escenario empeorase los próximos meses.
Contexto geopolítico. “La pérdida de competitividad y poder adquisitivo podría extenderse si hay un deterioro adicional de la situación geopolítica”, indica BBVA Research. P
COVID. “Una eventual vuelta a las políticas de confinamiento total pueden poner en peligro la disponibilidad de insumos, el funcionamiento de las cadenas de valor y la caída de los costes”, señala el servicio de estudios de la entidad financiera.
Entorno económico global. El Banco de España apunta que algunas de las principales economías podrían entrar en recesión (como Estados Unidos y algunos países de la eurozona) y otras presentan desequilibrios macrofinancieros (China). Además, contempla con incertidumbre el impacto de las políticas monetarias puestas en marcha.
Mercado laboral y salarios. El Banco de España señala que habrá que ver si el mercado de trabajo continúa con su evolución positiva o empieza a mostrar signos de debilidad. BBVA Research se detiene en el riesgo de alza salarial. “La inflación puede mantenerse elevada por el impacto que tenga la negociación colectiva durante los próximos meses”, afirma.
Precio del alquiler. Según el servicio de estudios de BBVA, “la prolongación del límite al aumento de los precios del alquiler no va en la dirección adecuada, al determinar de manera arbitraria cómo deben actualizarse los contratos”.
Impuestos especiales. BBVA Research tampoco se muestra de acuerdo con los gravámenes especiales para grandes compañías o de determinados sectores, como el financiero, ya que “puede tener efectos negativos en la inversión”.
Subidas de tipos. BBVA Research avisa que los tipos de interés podrían seguirán subiendo, lo que podría causar una recesión más intensa en la UE.
Contención del turismo. La pérdida de competitividad observada en el sector turístico y el ajuste previsto en la demanda por la caída del ingreso de los hogares y los posibles cambios en los hábitos de consumo podrían afectar especialmente a nuestro país.