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Juan Antonio Martínez Gijón
Socio de AMG Human y Sportalent - juanantoniomartinez@amghuman.com
Más de un tercio de la población tiene algún trastorno mental, según el informe del Sistema Nacional de Salud (SNS) de 2022. Si nos fijamos en los relacionados con el trabajo, la ansiedad, ha crecido un 34%, atacando el doble a las mujeres que a los hombres. Afecta a 370 personas de cada 1.000 en nuestro país. Y, sorprendentemente, alcanza casi el 41% en menores de 25 años.
El último informe de la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña sobre salud mental apunta que los problemas y relaciones familiares (36,3%) y la autoexigencia en los ámbitos profesional o académico (32,4%) son las dos causas más señaladas como detonantes para la aparición de los problemas de salud mental.
Los problemas de relaciones familiares deberían ser abordados por un experto en la materia. Yo creo que la agresión que estamos viviendo a las familias, núcleo principal de unión de las personas, ha conllevado una pérdida gradual de la cohesión y la fortaleza tradicional de la familia. Cada vez son más los niños y jóvenes que se sienten solos y quienes no encuentran su “grupo” tienen altas probabilidades de caer en las garras de esa ansiedad.
La segunda causa, autoexigencia en lo profesional y académico, me parece lógica. El aumento de la competitividad entre alumnos para sobresalir sobre los demás y poder optar el día de mañana a una buena carrera universitaria y, por ende, a un trabajo bien remunerado afecta directamente a la salud mental. Sin entrar en detalle, toda la filosofía de vida nacida al albor de las redes sociales, con una sobre exposición constante a imágenes y videos que promueven estándares irreales de belleza y éxito, puede llevar a sentimientos de insuficiencia, ansiedad y depresión.
En el ámbito laboral, la presión por entornos más exigentes, con procesos de salidas, ERES y despidos, produce una tensión interior por cumplir el reto de no fallar.
Se olvida la debilidad de los seres humanos desde que nacemos. Constantemente nos lanzan mensajes de que hay que ser fuertes, que con fuerza y lucha se consigue todo. Esto es falso. Sin la ayuda de la familia, amigos y compañeros, es imposible sacar adelante los proyectos.
A nivel personal y profesional, lo importante es conocernos a nosotros. Sócrates empleaba la mayéutica, que es el método en el que el maestro hace descubrir conocimientos a sus alumnos a través de preguntas. ¿Por qué no nos lo aplicamos nosotros, valorando lo que hacemos muy bien, bien o regular? Y ello apoyándonos en nuestros responsables o, como responsables, alentando al equipo a trabajarlo. Si un jefe se conoce a sí mismo y sabe de qué pie cojea cada miembro de su equipo, se trabaja mejor. Esto genera un ambiente laboral afable, en el que cada uno ayuda al compañero en lo que le cuesta más y las personas hablan de sus debilidades. Solo este ejercicio haría reducir muchos problemas de ansiedad. Una ansiedad que se lleva en el interior y que a menudo no florece.
Alentados por esta realidad, han surgido empresas que tratan de solventar estos problemas. Profesionales sanitarios centrados en resolver o mejorar los entornos para que las causas disminuyan y bajen las ratios de ansiedad. Pero no se nos olvide que esta labor es de todos; en nuestro día a día somos conscientes de nuestras fortalezas y debemos tener claras nuestras debilidades. Debemos dejar de sentirnos inferiores a los demás por no llegar a todo y saber priorizar lo importante. Creo que puede ayudar mucho en este sentido el resurgimiento de la familia como lugar al que acudir y sentirse siempre querido.
Nadie es dueño ni de nosotros ni de nuestros hijos. El Estado debe velar porque el entorno y los medios sean propicios para que cada uno llegue a donde quiera o pueda. Y todos pelear para mantener el barco a flote y con alegría. Con lo rápido que pasa todo, mejor con una sonrisa, ¿no?