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Juan Manuel Blanco
Director Editorial de INESE
@JuanMaBlancoG
Como en el resto de sectores de actividad, el cambio que se está produciendo en el sector asegurador, a nivel de profesionales, está ya siendo de aúpa. Y va a ser mucho más evidente en los próximos 4-6 años con el relevo de toda la denominada generación del baby boom.
Se va un mundo, y una forma de hacer las cosas, y viene otro. Muy diferentes, cada uno con sus pros y contras. De entrada, va a ser francamente difícil encontrarnos con carreras profesionales de varias décadas en una misma entidad. Hoy, el cambio está a la orden del día. Lo ponemos de manifiesto en casi todas las ediciones de nuestro BDS. Es decir, el grado de compromiso y de fidelidad con la empresa va a ir en retroceso.
Y el nuevo escenario que ha abierto el Covid en muchas organizaciones, con el teletrabajo como bandera, no ayuda. ¿Qué grado de compromiso e implicación va a tener con su empresa y compañeros un profesional apenas obligado a acudir a las oficinas de su organización un día a la semana y a coincidir con los miembros de su equipo igual una vez al mes? Y, ojo, con acceso desde su ordenador a todos los clientes y ofertas y posiblemente con un disco duro o sistema de almacenaje al lado. Vamos, con acceso a todos nuestros datos clave.
No niego para nada las ventajas del trabajo a distancia, con los beneficios personales y emocionales, así como de reducción de costes y tiempos de desplazamiento, que aporta, siempre y cuando no se resienta la productividad.
Aquí tienen un papel clave la Dirección, como promotora, y los Departamentos de Recursos Humanos, definiendo y estructurando un marco adecuado capaz de generar una cultura de empresa fuerte. Una cultura capaz de generar orgullo de pertenencia y muy definida, con planes de desarrollo profesional claramente delimitados y justos, en los que prime el valor de lo que cada uno aporta, tanto a nivel de cargo como de salario. Y, por supuesto, sin el más mínimo distingo, en ningún sentido, por cuestión de género.
Me parece muy importante recuperar ese valor de una cultura fuerte en la empresa. Una cultura y una forma de hacer las cosas que haga a cada miembro del equipo sentirse orgulloso de pertenecer a él, de sus jef@s y compañer@s. Que haga ver a esos muchos jóvenes talentos de nuestra industria, un buen número de ellos suscriptores en un primer momento, que en bastantes ocasiones detrás de tentadoras ofertas económicas no hay nada gratificante a nivel personal (más allá de algún día más o menos de asueto o la posibilidad de trabajar desde la playa en determinadas épocas) y su futuro a largo plazo está en quien lo valora como profesional y como persona. Pero, insisto, ese armazón hay que construirlo, hoy mejor que mañana.
Mientras, a algunos (los últimos románticos, si se me permite la expresión) nos siguen pareciendo un sello diferencial la etiqueta cada vez más escasa de “hombre/mujer de la casa…”.