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Félix Novoa
Director del área Técnica de Agroseguro
Es importante tomar conciencia de que la tendencia de los últimos años muestra claramente el impacto de una nueva realidad climática. No solo el año 2022 es el de mayores indemnizaciones del seguro agrario, sino que 2017, 2018, 2019 y 2021 son –junto a los daños provocados por la sequía de 2012- los que registran la mayor siniestralidad. En definitiva, los eventos climáticos extremos, son cada vez más severos y aparecen con mayor frecuencia.
Además, los fenómenos meteorológicos han ido cambiando hasta llegar a lo que actualmente experimentamos. Ahora nos enfrentamos a nuevos conceptos, como una DANA, que une precipitaciones muy fuertes e inundaciones, con auténticos vendavales, e incluso pedrisco. Ese granizo fuerte que dañaba cosechas y que antes era más habitual al final de la primavera y en verano y afectaba a una zona concreta, ahora se produce casi en cualquier momento del año, se registran de manera recurrente y han llegado a afectar a extensiones de terreno que incluyen decenas de kilómetros.
Al mismo tiempo, España ha batido récords de altas temperaturas, ha encadenado olas de calor y una acusada falta de precipitaciones, que en 2023 podrían dejar hasta 300 millones en indemnizaciones solo en cereal de invierno, leguminosas y colza, los cultivos principalmente afectados por la sequía. El mayor siniestro en la historia del seguro Agrario. En definitiva, los riesgos son los mismos que en décadas pasadas, pero cada vez más intensos, extensos e impactan de manera combinada, lo que también los hace más dañinos.
Y aunque con el incremento medio de las temperaturas, consecuencia del cambio climático, cabría esperar un menor riesgo de heladas, en ocasiones se produce un adelanto de la vegetación de los cultivos que entran en nuevos periodos de riesgo, y en otras ocasiones sobrevienen olas de frio que ocurren de forma tardía, ocasionando importantes daños, tal y como ocurrió el año 2022, que las heladas de abril ocasionaron grandes pérdidas en los frutales y almendro, arrojando indemnizaciones por encima de los 220 millones. de euros.
Todos esos fenómenos meteorológicos nos han dado la oportunidad de demostrar la gran elasticidad y respuesta del seguro agrario: se han realizado miles de evaluaciones de daños, en varios millones de hectáreas, y se han abonado las indemnizaciones en tiempo récord. Este año será así también, aunque nos enfrentemos al mayor reto en la historia de Agroseguro. El esfuerzo y colaboración realizado por todos los que intervienen en el sistema para poder realizar ese trabajo con la celeridad y eficacia que requieren los asegurados, se traduce en que año tras año, valoran con un sobresaliente toda la labor que se realiza una vez que ha sucedido el siniestro y nadie ha puesto en duda la capacidad financiera del Sistema para abonar las indemnizaciones.
La repercusión del cambio climático ya está siendo profunda en el seguro agrario y sin duda lo será aún más, con mayor aseguramiento y elevada siniestralidad. Agricultores y ganaderos tendrán que adaptarse a la realidad, garantizándose las coberturas más amplias para seguir trabajando con la menor incertidumbre posible y mantener la estabilidad de sus explotaciones. En todo caso, en Agroseguro contamos con la experiencia de más de cuatro décadas, y con capacidad para redibujar y reinventar aquello que sea necesario para mantener la utilidad de todo el Sistema Español de Seguros.
Siempre tenemos en cuenta los cambios de nuestro campo y el gran avance e innovación del sector primario, si bien a la hora de plantear el equilibrio actuarial del sistema hay que tener muy presente el factor del cambio climático. Por ejemplo, en la manera en la que analizamos los datos. Desde el nacimiento de Agroseguro, la información histórica ha sido una fuente altamente valiosa para el desarrollo del trabajo técnico y actuarial, ha sido base y garantía de eficacia durante más de cuatro décadas. Desde la constatación de los efectos del cambio climático, aunque esa información histórica sigue teniendo utilidad, hay que tener en cuenta también otros factores, ya que nada tiene que ver la situación de los años 80, 90 o de principios de siglo XXI con el contexto climático actual, por ello es necesario analizar el cambio de tendencia claramente evidenciado en los últimos años.
El sistema de seguros agrarios combina los intereses del sector asegurador, la utilidad que ofrece a las administraciones públicas y las demandas de los agricultores y ganaderos. Está en el ánimo de todos seguir disponiendo de un seguro fuerte, como herramienta imprescindible para la gestión de los riesgos climáticos en las explotaciones, para lo que habrá que seguir trabajando técnicamente para adaptarnos al cambio climático y mantener el equilibrio y la eficacia del seguro.