Un nuevo año de crecimiento solvente y seguro
Pilar González de Frutos
Presidenta de UNESPA
El Seguro privado español lleva camino de tener, en el conjunto del año 2022, una evolución moderada pero sostenida. Moderada, porque la expansión del negocio medido en primas es muy compatible, en muchos casos inferior, a la evolución de la propia inflación; por lo que estamos hablando de evoluciones reales modestas. Sostenida, porque la robustez observada viene siendo la tónica en los diferentes periodos que hemos podido observar hasta el momento.
Los indicios son, además, de que el Seguro ha logrado mantener, en términos generales, adecuados niveles de rentabilidad. Una vez más, pues, el sector crece, pero lo hace respetando un modelo de evolución solvente que no comprometa su solidez financiera, como también demuestran, un trimestre tras otro, sus estables ratios de solvencia. Esta situación le ha permitido mantener una estrategia de inversión basada en el apetito por la financiación estable a largo plazo y que sigue básicamente centrada en los activos de deuda pública como principales referentes de inversión. Una inversión que, de todas maneras, se puede considerar claramente a la expectativa en el momento presente, a la espera de que los diferentes instrumentos identificados con los objetivos sostenibles ASG terminen de definirse, momento en el cual, muy probablemente, seremos testigos de un aumento significativo del apetito asegurador por las inversiones verdes.
Acerca de las previsiones que se puedan adivinar ahora mismo sobre el año 2023, el comentario prudente que siempre realizamos sobre la fuerte dependencia que tiene el Seguro respecto de variables que no controla es, si cabe, más pertinente en este momento. Hay, en efecto, tres grandes factores en los que la industria aseguradora se juega sus posibilidades evolutivas el año que viene: la inflación, la evolución de los tipos y el crecimiento económico. Dado que los precios no responden sólo a factores estructurales sino a hechos sociopolíticos, en este momento es muy difícil estimar cuál será su comportamiento. Por otra parte, esa misma evolución de los precios condiciona la de los tipos de interés, los cuales, en el caso de alcanzar los niveles que por algunos expertos ya se empiezan a considerar posibles, podrían impactar evidentemente en las posibilidades, sobre todo, de los seguros de ahorro a largo plazo.
Visión positiva y hasta esperanzada
Es probable, por último, que el mayor reto lo presente, el año que viene, un crecimiento económico más debilitado de lo que hace apenas unas semanas estimábamos. Queda por saber, en todo caso, en qué medida dicha evolución, eventualmente negativa o demasiado moderada, se va a transmitir a la renta de los particulares, que es, en realidad, el gran factor macroeconómico que incide sobre las posibilidades del Seguro.
En un escenario central, por así decirlo, creo que el Seguro puede contemplar 2023 con una visión positiva y hasta esperanzada. El sector tiene margen para el crecimiento y, por lo tanto, capacidad para aprovechar las oportunidades que brinde el entorno socioeconómico del año que viene. Un proceso que será coetáneo de los nuevos avances que se producirán en la integración dentro de la actividad aseguradora de los objetivos de sostenibilidad, aspecto éste que, junto con la digitalización, protagoniza en estos momentos la reflexión estratégica sectorial. Esperamos, pues, crecer, y hacerlo como lo hemos hecho siempre, es decir respetando y aun incrementando nuestro perfil solvente.