¿Somos lo éticos que deberíamos?

Juan Antonio Martínez Gijón
Socio de AMG Human y Sportalent - juanantoniomartinez@amghuman.com

En cada actividad económica, empresarial o personal el fin social es hoy algo buscado y necesario. El Seguro, si bien no es conocido en el ámbito general como un sector preocupado por sus ciudadanos de forma permanente, es, sin embargo, uno de los principales suministradores de protección a la sociedad. Como demuestra cada día, es capaz de mitigar riesgos enormes, que podrían acabar con la economía de una familia por generaciones. 

También es un sustento para la actividad empresarial. Pensemos en una industria que sufriese el accidente de una maquinaria que provocase su cierre y el coste enorme generado alrededor de la misma o la posibilidad de cárcel para los gerentes; incluso, con el ataque al Clinic de Barcelona de plena actualidad, la incidencia para una empresa que resulte afectada por un ciberataque millonario.  El seguro logra reducir las incidencias desde el primer día.

Además, las entidades sociales se caracterizan por focalizar una parte importante de sus beneficios a fines de ayuda a desfavorecidos, de apoyo a ONG, a los propios trabajadores o a los clientes. Aquí de nuevo resulta muy oportuno no olvidar el objetivo final de la actividad aseguradora, que podemos visualizar en los estatutos de cualquier mutua: “Una sociedad mercantil sin ánimo de lucro que tiene por objeto la cobertura a sus socios, sean personas físicas o jurídicas, de los riesgos asegurados mediante una prima fija pagadera al comienzo del periodo de riesgo”.

“Trabajamos en un sector que aporta mucho valor a la sociedad y a los clientes que confían en él

Ser consecuentes

Ahora bien, ¿tenemos un sector asegurador tan ético como debería ser? En este punto, lamentablemente, al pensar en la respuesta a muchos se os escapará una sonrisa, risa franca o incluso, a los más sensibles, alguna lagrimilla. Y es así, todo sector o empresa gestionada por personas es susceptible de hacer las cosas bien o mal. Creo importante ser sinceros en este punto y que podamos recapacitar. En sectores muy intermediados, y el Seguro lo es, tanto por el lado de la venta como de los proveedores, las opciones de despistarse se amplían. No voy a entrar ahora en detalles, porque cada uno en su conciencia sabrá lo que está bien o no. Hay líneas gruesas difíciles de definir y aquí cada persona debería actuar en consecuencia. 

En mis años de entrevistador he tenido la oportunidad de escuchar variopintas historias, que como secreto de cuasi confesión no revelaré, bajo pena de perder la licencia a seguir entrevistando. No pretendo, en absoluto, acusar, pero sí poner en valor un sector potente, apoyo incondicional de multitud de familias y empresas. Sector que debemos cuidar, tanto en el cómo y qué se hace como el qué dirán de las compañías, corredurías, agentes, proveedores y un largo etcétera de actores. 

Trabajamos en un sector que aporta mucho valor a la sociedad y a los clientes que confían en el mismo. Ahora bien, para que esos clientes que confían toda su protección al seguro, pese a no tener siniestros ni necesitar prestaciones, y para que nadie se aproveche de esta industria para lucrarse mediante pequeños fraudes, las instituciones y los profesionales del sector debemos ser los más íntegros, responsables, transparentes y respetuosos. Y cumplir cada día realmente, y siempre, lo que decimos que hacemos, o debemos hacer. En la vida profesional y personal ¿No os parece?