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Los productos o servicios surgen de la reflexión sobre cómo solventar un problema o cómo satisfacer las necesidades de la sociedad. Sin embargo, esto no es suficiente para tener un éxito prolongado: es preciso estar en continua innovación. Innovar en lo que ofreces, en su proceso de producción, en su venta e incluso en la manera que tienes de organizarte internamente permitirá que tu negocio tenga buenos resultados.
En un mundo de crecimiento postraumático y de mucha incertidumbre, debemos entender nuestro rol, a dónde nos dirigimos. Para eso, hay una serie de tendencias, según Álex Campos, Fjord – Design and Innovation, que se pueden resumir en cinco.
La primera es presentarse tal y como eres: el creciente individualismo, impulsado por una mentalidad que pone el “yo” por delante del “nosotros”, plantea nuevos retos y oportunidades para empresas y marcas. Esto, en el metaverso, por ejemplo, va a implicar que a lo mejor soy un unicornio volador o incluso que vaya en traje.
La segunda tendencia es el fin de la abundancia: hablamos de la escasez, de la sostenibilidad. Para el experto, en esta búsqueda de un equilibrio entre rentabilidad y sostenibilidad, las organizaciones tienen que desvincular la innovación del concepto de “novedad”.
La tercera tendencia es la nueva frontera y, en este sentido, se habla mucho del metaverso. “A medida que las marcas vayan aprovechando las oportunidades que ofrece el metaverso, será conveniente que se abra un debate ético sobre quiénes son y qué hacen allí las personas”, manifestó.
La cuarta tendencia es dónde está la verdad y cómo creamos capas de confianza y credibilidad ante los consumidores, y se trata de eliminar esa letra pequeña y procurar que toda la información llegue a los clientes en todos los medios y canales en los que conviven. “Cada vez más, los niveles de información serán el terreno en el que compitan las empresas. Si una marca decide no compartir un nivel de información, es posible que lo haga una marca rival”, afirmó.
La quinta tendencia es cuidar nuestra sensibilidad, bienestar emocional y psíquico, que han dejado de ser tan tabú y se han convertido en figuras importantes, sobre todo después de estar encerrados por la pandemia, así que hemos convertido el cuidado de nosotros mismos en algo fundamental. “Preocuparse por los clientes genera confianza. Significa reaccionar en los momentos que cuentan, crear nuevos servicios y aprovechar la tecnología”, indicó.
Campos se centró en la segunda tendencia, el fin de la abundancia, al ser “uno de los temas más importantes y de mayor envergadura”. Según expuso, la gente de los 70-80 está acostumbrada a tener todo y pensar que los recursos son infinitos. Ahora nos encontramos con un muro, con la pandemia, por ejemplo, o con la crisis de suministro, al ver que no todo se puede tener. Estamos en una situación de verdadera fragilidad del sistema. Los consumidores se están empezando a dar cuenta de cómo se conecta el mundo y de las carencias de las cadenas de suministros. Hay una enrome demanda que no se puede satisfacer a tiempo.
“Pero hay opciones, muchas”, según afirmó. Ante esta incertidumbre, una de ellas parte de innovar: “Pero no se trata de hacerlo a partir de materiales nuevos. Se puede innovar aprovechando lo que ya tenemos y hacerlo de manera diferente”, aseguró. “Estamos viviendo un cambio de la sostenibilidad y la regeneración. Hablamos de modelos de negocio que no implican más producción, sino aprovechar lo que ya se tiene. Nos damos cuenta de que hay una oportunidad de ofrecer la posibilidad de reparación a los propios clientes”, señaló.
En este sentido, hay que pasar a regenerar: de esta manera se compensa el impacto medioambiental de emisiones y de consumo que implican mis productos en las casas de los clientes. La conclusión ligada al mundo de los seguros es que hay muchas oportunidades: desde ofrecer productos de seguros sostenibles, a servicios de reparación o, incluso, pasar de la cobertura del riesgo al asesoramiento sobre el mismo. En esta línea sugirió ofrecer productos de seguros sostenibles, que prioricen las operaciones sostenibles en su capa de servicios y en su back office de operaciones, y unitlink, pues combina los seguros con los fondos de inversión sostenibles siguiendo las prácticas de la banca sostenible.
También hay una gran apuesta por coberturas de seguros que vayan más allá de la restitución. Es decir, ofrecer servicios de reparación. Los usuarios perciben el valor de prolongar la vida útil de los productos existentes en lugar de sustituirlos, por lo que los proveedores de seguros deberían incorporar los servicios de reparación como parte de su propuesta de valor. Del mismo modo, los servicios preventivos destinados a prolongar la vida útil de los productos o a mejorar la sostenibilidad de los servicios/productos crean un valor real y percibido por el cliente.
Finalmente, abogó por pasar de la cobertura del riesgo al asesoramiento sobre el mismo. Los seguros están bien posicionados para asumir una función de asesoramiento en la prevención de riesgos relacionados con el calentamiento global, tanto en B2B como en B2C. “Imagínese que recibe asesoramiento preventivo sobre cómo proteger su casa de posibles daños relacionados con el clima para reducir su póliza de seguro de hogar. En vez solo de cubrir el riesgo, te voy a ayudar a prevenir el riesgo (con IoT, con sensores, con telemática, etc.)”, comentó Campos.
El principio de la pandemia nos llevó a encerrarnos en casa con una sensación muy distópica. Esa sensación que trajo distorsiona. Pero la pandemia solo fue el pico del iceberg. Haciendo un rápido repaso de los acontecimientos vividos desde marzo de 2020 no podemos olvidar la borrasca Filomena, la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma, la tormenta de polvo subsahariano o unas cuantas DANA. También la crisis de la cadena de suministro, tanto por la carencia de productos por la guerra en Ucrania, como por la huelga de transportistas o incluso el encallamiento del Ever Green en el Canal de Suez. Tenemos una sensación de pensar “que algo está pasando”, pero “no me entero de nada”.
“Y cuando el contexto se mueve a tanta velocidad, ¿qué ocurre?”, se preguntaba Enrique Dans, Profesor de Innovación en IE Business School/IE University, en la ponencia de apertura de la séptima edición del Global Summit for Insurance Innovation. Que nos lleva a un proceso de transformación constante, ya que las compañías tienen que adaptarse a los cambios para tratar de dar respuesta a esta situación, señaló Dans en una intervención que buscó situar a la audiencia en lo que está pasando y hacer una crónica de lo que vendrá en “un futuro cercano”.
Para plasmar estas ideas, habló de la nube, la cadena de bloques y de máquinas que aprenden. “De trabajar en ordenadores estáticos hemos pasado a tenerlo todo en otros espacios: un data center, un servidor corporativo… hasta dar el salto a la nube, que luego se ha desarrollado y hemos pasado a entornos multinube o multicloud”, dijo.
Ahora tenemos entornos de Edge Computing, que viene a decir que hay que colocar la capacidad de procesos y almacenamiento cerca de donde están los datos, y dispositivos Edge, con los que sensorizamos todo: la casa, el coche o a nosotros mismos (reloj inteligente) y cloud computing, que depende de cada proveedor (IBM, Amazon, A) y tiene también como condicionante el machine learning, que se mueve cada vez más. Es decir, necesitamos más cálculos de riesgos que se derivan de los archivos de datos anteriores y que además cuando quieres hacerlo necesitas hacerlo con capacidad de computación, la cual está en la nube.
Esto se complica con la pandemia y “la seguridad que teníamos, o que no teníamos, se magnifica. Comienzan los ciberataques a gran escala debido a la descentralización del trabajo y, en un entorno de mucha incertidumbre por la Covid, los empleados y las empresas no saben protegerse. Esto se está convirtiendo en un problema para la industria, porque cada vez hay más ataques, más importantes, con más responsabilidad y de mayor envergadura. Mayores pérdidas y con más frecuencia. Y las cosas se han hecho de manera errónea. La situación es que estamos intentando asegurar riesgos que los propios que me piden la póliza de seguro no saben proteger. Esto se llama deuda de ciberseguridad. Y la deuda de ciberseguridad es enorme: hemos movilizado, hemos mandado a la gente a casa, hemos distribuido los entornos de trabajo y no hemos empezado por lo más básico, la ciberseguridad”, afirmó Dans, quien se preguntó qué ocurre con el seguro de hogar o de salud en una época donde “sensorizamos todo”.
De la cadena de bloques, a la que definió como una especie de “notario universal”, resaltó que su base de datos no está solo en un sitio, sino que está distribuida. Su conclusión es que “el contexto se desarrolla y la tecnología avanza y lo hace para moverse de entornos rígidos, con protocolos muchas veces ilegibles e indescifrables, a entornos en los que podemos disponer de proveedores que nos faciliten herramientas para trabajar hasta entornos que podamos gestionar nosotros. Es lo que ha pasado con blockchain, todo un mundo de oportunidades y no sólo de aplicación en cuanto a criptodivisas, sino que aguarda multitud de otras funcionalidades; o lo que está por llegar: la web 3.0., también relacionada con el Metaverso, semántica y datificada”.
Ya no hay duda de que la pandemia ha ayudado a avanzar con las tecnologías y ha convertido la disrupción en ventaja. Además, ha dejado lecciones aprendidas como, por ejemplo, la oportunidad de trabajar desde donde uno quiere. Pero también ha hecho que nos enfrentemos a situaciones no deseadas, pero necesarias. Por ejemplo, conversaciones sobre la planificación financiera de cara al futuro, de la mortalidad o de planes de pensiones. “La realidad golpea y de pronto hay que enfrentarse a lo inevitable”.
Así lo expuso la experta en innovación y consultora en transformación digital Nicole Yershon, también autora del best seller Rough Diamond: Turning Disruption Into Advantage in Business and Life y fundadora de Ogilvy Labs, el laboratorio de innovación de Ogilvy & Mather. Compartió su experiencia y lecciones aprendidas durante la pandemia de cara a buscar la innovación en la creatividad y viceversa. A esto se añade que “si tienes el equipo adecuado, puedes literalmente hacer todo lo que quieras”. De hecho, incidió en la importancia de encontrar a “esa persona dentro de tu organización” y encargarte de que sepa que es la adecuada.
En esta línea, aportó sus principios fundamentales sobre los equipos que funcionan. A su juicio, son una mezcla de personas complementarias y destacó que sólo funcionan cuando no hay necesidad de estar a la defensiva. Los mejores -sostuvo- están formados por personas ocupadas, es decir, “ocupados inteligentes, no ocupados estúpidos”. En este sentido, se refirió a que los equipos que funcionan están formados por “personas que hacen” y reiteró que la colaboración es la base.
Tras el encierro por la pandemia, apuntó las lecciones aprendidas a la hora de buscar una estrategia y lograr una idea de marca grande. La confianza -dijo- es la principal moneda. Además, hay que tener claras las necesidades del equipo, establecer su propósito y explicarlo a todos los que te escuchen. También hay que tener claro qué habilidades y recursos se tienen y qué otros recursos hay que aprovechar y enseñar la importancia del apalancamiento y practicarlo cada día.
Otra de las lecciones aprendidas a raíz del confinamiento es que hay que diseñar y crear el espacio necesario para que los individuos den lo mejor de sí mismos. En esta línea, se hace imprescindible tener el valor de decir que no lo sabes todo y ser lo suficientemente inteligente y curioso como para ir a descubrirlo.
Yershon resaltó como una gran cualidad de las personas creativas e innovadoras la capacidad de desarrollar la habilidad y la percepción para tomar la idea creativa que nadie creía posible y lograr hacerla realidad. Entre sus últimos consejos, reiteró la importancia de encontrar, contratar y alimentar “una tribu” (equipo) que comparta la pasión por romper las reglas obsoletas y provocar cambios positivos y, en este sentido, cultivar siempre a líderes, pero nunca crear jerarquías.
Además, ante la sobreinformación, recomendó afinar el filtro y crear reglas para una perspectiva equilibrada y para tu propio bienestar, aportando del exterior solo aquello que sea valioso y se considere que puede impulsar la innovación. Para este último aspecto, habrá que definir el significado de “valor mutuo” e introducirlo en todo lo que se haga. Concluyó recordando la importancia de tener una conciencia creativa ya que con creatividad se pueden hacer muchas cosas, además de que ayuda a disipar el miedo y trae esperanza. “Una vez tienes la estrategia definida hay que pasar a la ejecución del todo”, puntualizó.
La supervivencia de las empresas está en riesgo si no crean valor, es decir, si no se innova. Es una amenaza incluso para las empresas bien gestionadas, con una clara tendencia descendiente en la vida en las grandes corporaciones, como reflejaron los datos que Phil Sang Yim, profesor de escuelas de negocio y consultor en innovación disruptiva y aterrizaje de modelos de negocio, ex director de estrategia digital en BBVA, presentó en el arranque de su ponencia.
El problema para los gestores es que es difícil innovar. Recordó que un 72% de los nuevos productos no fructifican y el 70% de las startup, a los 20 meses de conseguir financiación, fracasan. Su propuesta para superar estas dificultades son los “modelos mentales alternativos”, que explicó como la manera en la que entendemos las cosas y como conexionamos las oportunidades. “Cuantos más modelos mentales, mejor para encontrar soluciones más robustas”, reseñó.
Los modelos mentales útiles deben partir de la deseabilidad (¿qué quiere la gente?), continuando por la adaptabilidad (¿es el momento adecuado?). En la primera fase hay que trabajar en experiencias “sagradas”, en tres niveles: lo “bueno”, que tiene que ver con la moral, la cultura y la ética y se refieren al “nosotros” (realidad intersubjetiva); lo “verdadero”, que se refieren a la ciencia, la naturaleza y la lógica y tiene que ver con el “ello” (la realidad objetiva); y lo “bello”, referido al arte y la estética y que tiene que ver con el “yo” (realidad subjetiva). Agrupando estos tres pilares “innovaremos teniendo en cuenta la sabiduría”.
Respecto a la adaptabilidad, recordó que, tras el “cataclismo” de la crisis de 2008, la sociedad inicia su “regeneración” y estamos ahora el momento del “climax”, que culmina con una “resolución”. “Una conclusión triunfal o trágica que separa a los ganadores de los perdedores”, apuntó.
¿Y qué esperamos de este momento de resolución? “Tolerancia. Amabilidad. Serenidad. Aceptación del esfuerzo. Responsabilidad. Romanticismo. Audacia. Euforia. Concordia. Inclusión. Confianza. Sensación de seguridad. Claridad. Interés por el amor. Pensamiento práctico. Simpatía. Optimismo. Flexibilidad. Búsqueda de la alegría, Unión. Certeza”, se respondió. En suma: “Felicidad”.
“Las empresas pasaron su experiencia de muerte y ahora resurgen con nuevos núcleos, con nuevas propuestas de valor. Estamos en un momento histórico en el que, indicó, “si somos creadores e innovadores, sea lo que sea lo que construyamos, tiene la oportunidad de durar un siglo”.