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En España convivimos con más de 30 millones de animales de compañía, por lo que las clínicas veterinarias juegan un papel muy importante. En nuestro país hay casi 7.000 centros de este tipo, con una facturación conjunta de 2.419 millones de euros en 2022 y un crecimiento de los ingresos por encima del 6%. Y se trata de un sector en auge, ya que se prevé que su facturación alcance los 3.800 millones en 2030.
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Cada vez son más los hogares españoles que cuentan con un animal de compañía. Según los datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (ANFAAC), en nuestro país hay más de 30 millones de mascotas: 9,3 millones de perros, 5,9 millones de gatos, 7,9 millones de peces, 5 millones de pájaros, 1,5 millones de reptiles y 1,5 millones de pequeños mamíferos, como conejos, cobayas, hámsteres, ratones, etc.
En muchos hogares hay varios de estos animales, pero si tenemos en cuenta que en España hay algo menos de 19 millones de hogares, es fácil darse cuenta de que la penetración de las mascotas en nuestra sociedad es muy elevada. No en vano, se estima que alrededor de cuatro de cada diez hogares (43%) tienen un animal de compañía.
Todos ellos necesitan atención sanitaria, por lo que las clínicas veterinarias desempeñan un rol muy relevante. “Las clínicas veterinarias tienen un papel irremplazable en garantizar a las personas que conviven con animales cuidar de su propia salud, siendo así la primera barrera frente a zoonosis —enfermedades transmisibles desde los animales al ser humano, como es el caso de leishmaniosis, toxoplasmosis, rabia, COVID-19, rabia…—, siguiendo el enfoque ‘one health’. El papel del veterinario como garante de la salud animal, tanto en la prevención de enfermedades como en el tratamiento de aquellos animales que se ponen enfermos, es la razón de ser de esta bonita y muy sacrificada profesión”, declara José Luis Blázquez, vocal de la Junta de la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC) y coordinador de su ‘Informe Sectorial’.
“Los veterinarios vivimos y trabajamos por y para prevenir y curar las enfermedades de los animales de compañía. El veterinario es el mayor conocedor y experto en todos los temas relacionados con el bienestar animal, trabaja con las enfermedades de los animales, es responsable con la aplicación de antimicrobianos, etc.”, detalla.
Blázquez indica que “los veterinarios que se dedican a ejercer la clínica de pequeños animales son actualmente el 60,2% de todos los veterinarios colegiados en España, donde hay más de 20.000 veterinarios ejerciendo en este ámbito profesional”. Además, especifica que “el sector de actividad de las clínicas veterinarias facturó 2.419 millones de euros en 2022, lo que supone un 0,12% del PIB de España, muy superior a sectores como el de la silvicultura y explotación forestal (1.708 millones) o el transporte marítimo y por vías navegables interiores (1.976 millones), y similar a un sector como el de la pesca y acuicultura (2.381 millones), según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)”.
Asimismo, remarca “hay más de 10.600 empresas que realizan su actividad en este sector, de las cuales más de 6.800 son clínicas veterinarias”. Y se trata de una actividad que “da trabajo directo a más de 40.000 personas y que genera más de 300.000 empleos indirectos”.
Las clínicas veterinarias fueron reconocidas como servicio esencial durante el estado de emergencia, por lo que se mantuvieron abiertas en todo momento. “La emergencia sanitaria obligó a adaptar protocolos dentro de las clínicas, tanto para la atención de los animales como para la protección del personal, a usar EPI y, en muchos casos, a lidiar con la falta de medicamentos y material, ya que muchas clínicas donaron material, incluyendo respiradores para uso hospitalario de humanos, mostrando su compromiso social. Y hubo roturas de stock en la entrega de algunos productos. Esto supuso una pérdida de ingresos de alrededor del 20% durante este periodo”, reseña Blázquez.
Tras salir de la crisis, la actividad del sector se ha reactivado con fuerza. “Una vez superado el periodo de emergencia y confinamiento, se produjo un aumento en el número de perros, gatos y otro tipo de mascotas en los hogares, llegando a un 43% de hogares españoles con una mascota. La concienciación de la sociedad de la importancia de la salud y los cuidados sanitarios, así como el cambio en el estatus de los animales, siendo un miembro más de la familia, se traducen en una mayor implicación de los propietarios en el cuidado de las mascotas, incluido el sanitario. Todo esto lleva a un incremento en la actividad de las clínicas veterinarias en los meses posteriores a la COVID-19, que compensa la disminución de actividad asociada al confinamiento, recuperando rápidamente la tendencia de crecimiento en la actividad de un sector que va creciendo año tras año a ritmo sostenido del 8% anual, si tomamos como referencia periodos decenales, según se desprende de un informe publicado por Morgan Stanley en 2019 y su posterior revisión en 2022”, detalla.
Como en la mayoría de los sectores de actividad y de los hogares españoles, la inflación está generando muchos problemas a las clínicas veterinarias, que se suman a otras complicaciones que se acarrean desde hace tiempo.
“El sector de clínicas veterinarias de pequeños animales viene soportando un enorme impacto en su economía desde la implantación del IVA al 21% en el año 2012, a raíz de la crisis económica que se produjo en esos años. Ahora sufre, además, un aumento de costes enorme por la subida de precios de los productos necesarios para ejercer su actividad, el aumento de precios de los suministros —luz, gas…—, el incremento de los tipos de interés de los préstamos y un aumento de los costes salariales muy por encima de la media, al estar sometidos a una actualización adicional de salarios, ya que se está implantando, por primera vez desde 2020, un nuevo convenio colectivo que pretende corregir los bajos salarios de los profesionales del sector en comparación con los de otros profesionales de profesiones sanitarias similares o con niveles formativos equivalentes que ejercen su actividad en otros sectores de la economía nacional”, especifica el portavoz de AMVAC.
Así pues, el informe de la asociación desvela que la estructura de gastos que actualmente soportan las clínicas veterinarias dista mucho de la situación ideal para su rentabilidad. De este modo, los gastos en personal suponen alrededor del 60%, cuando idealmente no deberían superar el 40%. De hecho, el salario ha aumentado desde los 1.494 euros del primer trimestre de 2019 hasta los 2.119 euros a finales del pasado año.
Pese a ello, Blázquez asegura que “los precios de los productos y servicios veterinarios que se prestan en las clínicas veterinarias no han aumentado en la misma proporción que ha aumentado el IPC, haciendo los propietarios de las clínicas veterinarias un esfuerzo enorme, perdiendo márgenes y llegando en algunos casos a sufrir perdidas en sus negocios por intentar no perjudicar a los propietarios que quieren darles los mejores cuidados a los animales que están bajo su protección y responsabilidad”.
Los datos vienen a corroborar todo lo indicado hasta ahora. Según el informe elaborado por AMVAC, el importe medio por transacción en el último año ha aumentado un 4,3%, con lo que se sitúa por debajo del 5,7% que subió el IPC a lo largo del ejercicio 2022.
Todo el sector asegurador estaba a la expectativa de la entrada en vigor de la Ley de Bienestar Animal, ya que se esperaba que obligaría a contratar un seguro de Responsabilidad Civil para perros.
“En el caso de la tenencia de perros y durante toda la vida del animal, la persona titular deberá contratar y mantener en vigor un seguro de RC por daños a terceros, que incluya en su cobertura a las personas responsables del animal, por un importe de cuantía suficiente para sufragar los posibles gastos derivados, que se establecerá reglamentariamente”, explica Blázquez.
Sin embargo, la falta del desarrollo reglamentario ha retrasado esta obligación, por lo que se deberá seguir cumpliendo únicamente con lo recogido sobre este tema en las normativas autonómicas y locales.
Además del aumento de los costes de su actividad, este sector se enfrenta a diversos desafíos. El primero de ellos es “la transformación que se está llevando a cabo, a través de un proceso de consolidación iniciado por la entrada de inversores en un sector que presenta unas expectativas de crecimiento económico imparable a futuro, y las posibilidades de mejora en los modelos de prestación de servicios veterinarios a través de las clínicas u hospitales veterinarios”, afirma Blázquez.
De este modo, si las clínicas independientes suponen actualmente dos tercios (65%) de la facturación total del sector en España, por delante de los grupos de clínicas independientes (17%) y los grupos respaldados por fondos de inversión o capital riesgo (18%), esta situación se va a dar la vuelta en los próximos años. Así, la asociación pronostica que el corporate controlará el 41% de la facturación en 2030, sobrepasando a los grupos de clínicas independientes (30%) y a las clínicas independientes individuales (29%).
El portavoz de AMVAC considera que la llegada de inversores supone una amenaza para el sector. Según explica, la entrada de estos grupos, que “están inyectando mucho capital en el sector por su atractivo potencial de crecimiento futuro y sus expectativas de alta rentabilidad”, puede repercutir negativamente.
“Puede hacer que la profesión y el criterio sanitario pierdan protagonismo, pasando a ser la rentabilidad el primer criterio a la hora de desarrollar la actividad. Que esto ocurra o no dependerá de que la profesión veterinaria y su criterio sea respetada, integrada y valorada como el eje fundamental de un sector de actividad que se basa en la salud de los animales”, recalca.
También habla de la creciente tendencia al abandono de la profesión por el ‘síndrome del burnout’, como consecuencia de “la presión a la que están sometidos los profesionales del sector con salarios bajos, horarios muy extensos y muy duros; el riesgo ante situaciones en las que la actuación es impecable a sufrir linchamiento social por desconocimiento o falta de empatía de los responsables de los animales ante la actuación de los profesionales; la presión a la que se ven sometidos los profesionales del sector ante casos de vida o muerte que dependen de sus decisiones; salarios poco adecuados al nivel de formación/responsabilidad/esfuerzo que implica la actividad profesional; etc.”, desgrana.
Así pues, advierte que todas estas circunstancias “generan una dificultad cada vez mayor de incorporar veterinarios a esta actividad y explica que la veterinaria sea la profesión con mayor índice de suicidios de todas”.
Por otro lado, reclama “que la profesión veterinaria sea reconocida por todos los organismos públicos como profesión sanitaria a todos los efectos y que la sociedad reconozca y trate a los profesionales del sector con el respeto y el reconocimiento a su esfuerzo que se merece”.
Asimismo, demanda que “las administraciones públicas y organismos oficiales incluyan a los veterinarios como colaboradores esenciales en cualquier ley, actuación o cambio normativo que impacte de manera directa o indirecta en la actividad profesional, tales como la ley del medicamento, la ley de bienestar animal, la integración de los animales de compañía en la sociedad, IVA sanitario, etc.”.
Las clínicas veterinarias suelen contar con varios seguros que dan cobertura a los riesgos en los que incurren en el ejercicio de sus actividades.
Entre los seguros obligatorios se encuentra el de RC de establecimientos sanitarios, que protege el patrimonio de la clínica ante posibles reclamaciones ocasionadas por acontecimientos acaecidos durante el desempeño habitual de la actividad.
También es obligatorio el seguro de RC Profesional de los veterinarios, que suele incluir la defensa legal ante reclamaciones, la provisión de garantías judiciales impuestas al asegurado o cobertura en caso de inhabilitación profesional para ejercer.
Entre los seguros voluntarios nos encontramos con la póliza de Multirriesgo del local donde se desarrolla la actividad, seguros de Salud y de Accidentes/Incapacidad laboral de los trabajadores o la póliza de D&O.
AMVAC estima que aproximadamente el 5% de los animales de compañía en España están asegurados, aunque todavía no dispone de datos que confirmen dicho cálculo.
Blázquez considera que este seguro tiene un enormes posibilidades de crecimiento. “El potencial puede ser muy grande, si miramos datos de implantación de productos de seguros en otros países donde el sector de clínicas veterinarias lleva años en proceso de consolidación y, por tanto, están por delante en desarrollo respecto al mercado español. Si miramos a mercados como el de Estados Unidos, la penetración de seguros es de alrededor del 25%, mientras que el caso más extremo es el de Reino Unido, donde supera el 40%”, puntualiza.
Sin embargo, reconoce que “hay una gran reticencia por parte de los profesionales del sector a caer en modelos de implantación de seguros en los que sea la empresa aseguradora la que marque las tarifas de los servicios veterinarios que se prestan en las clínicas, como los que podemos ver en salud humana o en el sector dental”.
Por el contrario, indica que “son bien vistos modelos como el de Reino Unido, donde el profesional veterinario tiene libertad absoluta para cobrar los honorarios que considere adecuados por sus servicios y las compañías aseguradoras compiten entre ellas por ofrecer el mejor servicio a los veterinarios para que acepten trabajar con los clientes asegurados por ellos”.
En cuanto a la actual oferta, indica que “es muy grande en número de compañías que ofrecen productos aseguradores, pero muy pequeña en cuanto a opciones o modelos de productos aseguradores”.
Así pues, reclama “mejores productos aseguradores, con más coberturas y primas asequibles, y más productos aseguradores, con más modalidades de seguros que cubran diferentes necesidades de los propietarios”. En definitiva, opina que “el mercado debería evolucionar y adaptarse a las necesidades y expectativas de los profesionales veterinarios para conseguir una penetración del producto asegurador acorde con la actividad del sector”.
Además, recalca que los veterinarios demandan “seguros que no impliquen falta de libertad en las decisiones ni en las tarifas que se aplican a cada caso, sin tener que ‘pelear’ con el propietario ni dar la cara ante él por las exclusiones o limitaciones del producto que tienen contratado”.
Respecto a los siniestros más habituales, destaca “los atropellos, los gatos ‘paracaidistas’, las intoxicaciones o la ingestión de cuerpos extraños”. Indica que “todos ellos suelen ser bastante costosos”, aunque detalla que “el coste va relacionado con la gravedad del caso”.
Además, reseña que “hay patologías frecuentes, que también pueden graves y/o muy costosas, como tumores o cáncer, hernias discales y problemas metabólicos —diabetes, Cushing, etc.—, problemas dermatológicos, roturas de ligamentos cruzados, osteoartrosis, problemas dentales, problemas digestivos, etc.”.