¡Alucina con la IA! ¡Abre bien los ojos y prepárate para el despegue!
Enrique Ruiz - Aprendiz / www.linkedin.com/in/enrique-ruiz-martin-seguros
Vamos a ser claros: a veces nos metemos en proyectos de Inteligencia Artificial (IA) porque suena mega guay. Sí, claro, metemos la pata a lo grande en algunos y aprendemos un montón, pero, ¿y si pudiéramos aprender de los resbalones de otros sin tener que darnos el tortazo? Un fallo clásico es no tener ni pies ni cabeza a la hora de elegir y ordenar los proyectos de IA. O, si hay un método, parece más un intento de hacer paella sin arroz.
Antes de saltar a la piscina de la IA, párate a pensar:
- ¿Esto va a ser la bomba? (léase: impacto)
- ¿Realmente podemos hacerlo? (léase: viabilidad)
Contesta (no te hagas trampas) y clasifica los proyectos, por ejemplo, así:
Te voy a pasar el truco del almendruco con 6 preguntitas que te van a aclarar el panorama:
- ¿De qué va el lío? (traducción: naturaleza del problema) La IA es la reina de la fiesta encontrando tendencias, identificando patrones, y lanzando predicciones de esos problemas que tienes bien atados. Pero, ojo, no esperes que entienda los chistes internos de la oficina. Por ejemplo, es genial para identificar un posible cliente, pero dejar que meta la mano en su cuenta da mieditis.
- Todo esto, ¿qué pinta en el master plan de la empresa? (traducción: ¿está en consonancia con la estrategia?) A menudo, los genios de los datos están más perdidos que un pulpo en un garaje sobre lo que la empresa quiere a largo plazo. Y si les dejas decidir, igual te montan una fiesta, pero se olvidan de invitar a los que ponen la música. Hay empresas que hacen intercambios tipo “tú en mi equipo, yo en el tuyo” con los científicos de datos para que todos remen en la misma dirección.
- ¿Tenemos lo necesario para montar este show? (traducción: ¿disponemos de recursos?) Además de tener los megas y los gigas para guardar datos y que la IA haga su magia, también es tener a la gente que sepa preguntarle las cosas correctas y que no se trague todo lo que diga sin cuestionar. Es un poco como organizar una fiesta sorpresa; necesitas el sitio, los invitados, y alguien que sepa mantener el secreto.
- ¿Podemos medir el éxito sin hacer trampas en el solitario? (traducción: ¿podemos evaluar los beneficios de manera objetiva?) Definir el éxito es vital para no acabar celebrando victorias pírricas. Es como cuando te propones hacer deporte; si no marcas un objetivo, acabas pensando que subir escaleras al metro cuenta como sesión de gym. Saber su coste/beneficio evita además la tendencia de nuestros colegas más frikis a decantarse directamente por las últimas tecnologías.
- ¿Qué pasa si la liamos? (traducción: estimación del coste de cometer errores) Hay veces que un error es una anécdota y otras en las que puede ser un problemón. Si te equivocas recomendando una serie, no pasa nada, pero si es un diagnóstico médico, mejor que esté un humano por ahí para echar un segundo vistazo.
- ¿Tenemos el tesoro del dato? (¿de verdad necesitas traducción?) La IA sin datos es como un coche sin gasolina. Puedes tener el Ferrari, pero sin combustible, no vas a impresionar a nadie. Necesitas datos frescos, completos y de calidad, como si prepararas un guacamole y solo aceptaras los mejores aguacates.
Ahí lo tienes, no es todo lo que hay que saber, pero es un comienzo sólido. Aunque suene raro, mi consejo de hoy: <ponle cerebro a la IA antes de empezar>.