Pólizas comprensibles para todos

Javier Barberá
Presidente del Consejo General de Mediadores

Cerca de 10 millones de españoles nunca van a ser capaces de entender lo que firman al contratar un Seguro de Autos, cifra que se eleva a 16 millones en los condicionados más complejos. Esta es la principal conclusión del estudio realizado por los Colegios de Mediadores a través de su Consejo General con el objetivo de conocer el grado de legibilidad de los condicionados de automóviles en nuestro país.

Las pólizas de seguro no sólo son difíciles de leer, a veces, son casi imposibles de entender. Esta situación no es parte de una estrategia malévola de las compañías sino de un largo proceso de sedimentación. Cuando se mezclan en el mismo recipiente jerga legal, alargamiento de oraciones hasta convertirse en párrafos, exceso de frases subordinadas, mala puntuación y aumento de la regulación, con su estela de nuevas normas, el resultado no puede ser otro: condicionados densos, inaccesibles para el asegurado medio.

Responder a la interrogante principal lleva a más preguntas, sobre todo a una que considero clave: ¿ayuda o perjudica a usuarios y compañías este tipo de redacciones? Si atendemos a la alta litigiosidad que padece el sector asegurador, desde hace un tiempo, se observa un aumento del número de sentencias contra las compañías por falta de claridad en los condicionados. Si ponemos el objetivo en el cliente, el propio organismo regulador de seguros europeo, EIOPA, en su último Eurobarómetro, ha señalado que la falta de claridad en los términos y condiciones de las pólizas, particularmente en relación con las exclusiones, continúa siendo un problema y causa mayor perjuicio para el consumidor cuando se materializan eventos sistémicos.

Aunque la mayoría de los usuarios confía en que serán compensados, es evidente que esta situación resta a todo el sector. Podría parecer que la Mediación Profesional es un beneficiario directo del actual estado de cosas, dado que la complejidad de los textos hace imprescindible recurrir a un profesional que aclare los términos del contrato y haga de traductor e intérprete. Nada más alejado de la realidad. También el agente y corredor es perjudicado al necesitar tomar un tiempo extraordinario para comprender adecuadamente y ejercer su función de asesoramiento.

Falta colaboración

La solución debe venir de la colaboración entre todos los actores implicados para buscar un redactado donde tengan cabida todos los intereses. Por un lado, están los Departamentos Jurídicos, sosteniendo que los condicionados son un documento legal que debe presentarse ante un tribunal en caso de litigio. La sobreabundancia de jerga y términos especializados son un elemento de protección puesto que un lenguaje simple abriría las puertas a la ambigüedad y la interpretación. Por otro, el usuario que, aunque en la práctica pocas veces está interesado en leer la póliza, no por ello se le puede privar del derecho de entender lo que ha firmado.

Finalmente, está la implicación del regulador. La Dirección General de Seguros juega un papel fundamental en este proceso, al que no debe ni puede renunciar. 

La tarea es ardua, pero no imposible. De hecho, ya existen casos en Estado Unidos, donde se han empezado a establecer criterios de comprensión previos a la autorización de un producto asegurador. Algunos Estados exigen un cierto nivel de legibilidad en las pólizas de automóviles y las compañías deben enviar sus puntuaciones de comprensión a la Administración cuando crean nuevos seguros. 

En Colorado, las aseguradoras de automóviles no pueden emitir ni renovar pólizas que superen el nivel de lectura del décimo grado -15 años- o que obtengan una puntuación inferior a 50 en la escala de Flesch. 

En Arizona, los formularios de autos deben tener una puntuación Flesch de 40. Incluso, van más allá. Si un formulario concreto no alcanza la nota mínima, se puede agrupar con otros para alcanzar la puntuación.