Recientemente, los medios de comunicación se han hecho eco de noticias relacionadas con los cierres masivos de sucursales bancarias, ERTEs multitudinarios, fusiones y operaciones de centralización. Además de algunas malas praxis ya conocidas por todos; por ejemplo, el hecho de vincular la concesión de préstamos o una mejora de sus condiciones a la contratación de un seguro, incumpliendo con ello tres importantes leyes: la General de Defensa de los Consumidores y Usuarios, la de Distribución de Seguros y la de Defensa de la Competencia.

Ante esta situación, los clientes cada vez se sienten más desprotegidos, una circunstancia que, desde hace unos años, viene siendo tristemente habitual. Todo cambia a un ritmo vertiginoso. Una muestra de ello han sido las entidades bancarias, en las cuales parece estar creciendo a pasos agigantados la despersonalización y la búsqueda exclusiva e indiscriminada del beneficio. Hoy en día algunos clientes, especialmente los de una edad avanzada, se sienten desorientados cuando llegan a unas oficinas tan modernas y diáfanas, donde tienen que realizar casi todas las gestiones a través de máquinas, sin asesoramiento ni el acompañamiento de nadie.

En este contexto, queremos destacar que desde las corredurías profesionales seguimos fieles a los valores de cercanía, personalización y trato humanizado. A lo largo de todos estos años y a pesar del duro impacto de la pandemia, continuamos al lado de los clientes para seguir acompañándoles, tanto en un siniestro como en cualquier otra gestión que tengan que hacer, con el objetivo de ayudarles en todo lo que precisen.

Conocemos perfectamente el perfil y necesidades de nuestros clientes; por eso, como profesionales, siempre priorizamos que sean atendidos por el mismo gestor personal con el que ya tienen confianza. Estarán en manos de un experto que se encarga de mantenerles informados, en todo momento, sobre sus pólizas, indicándoles aquello que más les conviene para mejorar las condiciones de su contrato, entre otros aspectos que sean de su interés. En definitiva, estamos al lado de las personas que confían en nosotros, ofreciéndoles ese plus de servicio y atención que marca la diferencia. 

Cada persona es diferente 

Una vez más, reitero la importancia de la figura del corredor, que cada vez es más necesaria ante estas carencias. Desde mi experiencia profesional, sé de primera mano que la cercanía de las corredurías, al igual que la profesionalidad, son valores de calidad imprescindibles para ofrecer el servicio que merecen los clientes, siempre adaptándose a sus características y particularidades, porque cada persona es diferente. 

Además, los corredores profesionales contamos con una formación cualificada para ofrecer una información detallada y bien explicada sobre cualquier producto asegurador. Es algo que nos diferencia de otros operadores, que no disponen de la formación suficiente y cometen errores tanto a la hora de transmitir la información como en el momento de formalizar los contratos. En nuestra correduría somos conscientes de ello. Por eso, huimos del trato estándar y uniforme y apostamos por la profesionalidad, tanto con nuestros compañeros, colaboradores, como con nuestros clientes. Creemos firmemente que, sin el apoyo, la confianza y la cercanía, no podríamos trabajar como lo hacemos.  I

Anna de Quirós .