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EN BUEN TONO

Actualidad Aseguradora nº07 año 130

Director técnico de LLUCH & JUELICH CORREDURíA DE SEGUROS S.L.

Decía Víctor Hugo que “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.”

En este momento, el sector asegurador se debate entre la debilidad y el temor.

En sus pólizas,  teníamos desde hace décadas exclusiones de epidemias y pandemias y también de medidas adoptadas por la autoridad que interrumpieran el negocio. Los profesionales poco caso hicimos a esas demostraciones patentes de debilidad y temor hacia lo desconocido en una industria cuyo objeto, cuya única misión, es hacerse cargo de aquellos riesgos que puedan afectar al usuario a cambio de un precio. El COVID-19 ha puesto en escena esas debilidades y temores y ha dejado a mucha gente expuesta y, lo peor de todo, sin el único Plan B disponible, que es el papel del seguro.

En la mente de la gente de a pie no entraba en sus expectativas algo parecido a lo que estamos viviendo. Sí lo estaba en la mente de las aseguradoras pues tomaron la prevención de excluirlo.

A pesar de las exclusiones presentes en las pólizas, muchas aseguradoras han sacado lo mejor de sí y han decidido no aplicar aquella exclusión de epidemias y pandemias dando cobertura a quien no tenía derecho alguno. Hay quien ha recibido asistencia sanitaria pese a tenerla excluida y hay quien ha visto cómo el seguro de decesos resolvía el más grave y doloroso problema de una vida sin oponer exclusión alguna. Casi no se ha contado, pero he de decir que eso sí es RSE pata negra.

Esa actitud humana y empática choca de bruces con otra, sobrevenida: la proliferación de cláusulas de exclusión tanto ante el COVID-19 como todo virus, bacteria o agente infeccioso. Asoma con fuerza, una epidemia que afecta a todo seguro y es el temor a lo desconocido, ese que en dosis elevadas acaba generando la debilidad que impide la función, desarrollar el papel que la sociedad necesita. 

 

 

¿Desconocido? En el momento de terminar de editar estas líneas en España llevamos 3.551.262 casos de COVID-19, 154.669.848 en el mundo. Nos ha arrebatado 78.566 vidas domésticas y 3.234.644 a nivel global. De media mueren 21 personas de cada 1.000 infectados, en España y en el mundo. Creo que, si esto fuera un laboratorio, tendríamos ya una estadística con la que poder elaborar estimaciones que harían posible lo que los débiles de Víctor Hugo considerarán imposible. Tal vez por ello, hallamos en el mercado a aseguradoras como ERGO Seguros de Viaje que está dando cobertura al COVID-19 por considerarlo una enfermedad más que puede afectar a su asegurado a quien no quieren dejar en la cuneta de la decepción.

Decía Chesterton que “La aventura puede ser loca, el aventurero cuerdo”. Sumando ambas citas diré que los ciudadanos y también los corredores andamos muy necesitados de aseguradores valientes que, sin dejar de ser cuerdos, solucionen los problemas que de verdad afectan a las personas. Menos servicios chorra y más chicha aseguradora, que de esto va la gerencia de riesgos aplicada al ser humano que sufre y llora su pérdida. 

Hace años, para la campaña de una asociación de corredores, cree la frase “soy corredor, te puedo cambiar la vida”. Pues eso.   I
 


Presidenta de ASUFIN

La Covid: una visión distinta de prevención

A medida que pasa el año, la ciencia y el conocimiento acumulado parecen cercar las consecuencias más terribles de la pandemia. Llegados a este punto, va siendo necesario hacer balance y prepararnos para un futuro mejor o peor, no sabemos, pero diferente y sin duda condicionado por la irrupción de este terrible evento en nuestras vidas. 

Como consumidores financieros, ¿tenemos hoy una visión distinta de la prevención? ¿Seremos más exigentes con lo que contratamos? El descalabro ocasionado por las férreas restricciones que impusieron las autoridades en los primeros compases de la pandemia impactó de forma terrible. Planes de todo tipo se vinieron abajo, negocios, actividad económica en suma… La magnitud fue de tal calibre que los propios gobiernos impusieron la flexibilidad a las compañías: las cancelaciones en masa de las aerolíneas fueron buena muestra de ello. 

Con más perspectiva de las cosas, ahora es posible contratar productos preparados frente a la Covid, diseñados por buenos profesionales que incorporan una buena medición del riesgo para que el asegurado quede cubierto. Es evidente que ha cambiado el riesgo para el consumidor y la principal función del seguro es dar una respuesta. Y para ello, hay que exigir a las compañías que manejen una estadística de calidad y que el tratamiento de los datos en el diseño de los productos no incorpore sesgos ni genere exclusiones. 

Una ecuación que sitúa al consumidor financiero en el centro de toda reflexión.

Estar cubiertos al amparo de eventualidades marca la diferencia entre nuestra tranquilidad y bolsillo o todo lo contrario. En 2003, el torneo de Wimbledon se blindó ante eventos pandémicos, alertados por la virulencia del SARS. El año pasado pudieron activar esa cláusula y recibir hasta 180 millones de libras en concepto de indemnización. Otros torneos similares, como Roland Garros o el US Open, por no hablar del Mobile World Congress, sufrieron cuantiosas pérdidas. 

Como consumidores financieros tenemos que garantizarnos que lo obtenido con esfuerzo de ahorro y trabajo no se vea comprometido; cabe esperar que quien está al otro lado responda. Que todos hayamos aprendido la lección.
 


 

 

 

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