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Sectores de actividad económica: Educación

Actualidad Aseguradora nº03 año 130

Si hay un sector en el que los ciudadanos depositamos todos los cuidados y buenos deseos ese es, junto con el sanitario, el de la educación. Al fin y al cabo, de su éxito dependerá tanto la calidad de vida de nuestros descendientes como nuestro futuro como especie. Al igual que en otros sectores, el educativo también ha experimentado especialmente la tensión que ha generado la pandemia en su actividad, con más riesgos que antes y, a la vez, más necesitada de seguridades que nunca.

 

 

En España, la enseñanza formal es obligatoria desde los 6 hasta los 16 años. No obstante, casi la totalidad de los niños (un 96%) están ya escolarizados desde los 3 años. Este dato sitúa a nuestro país entre los cinco primeros en tasa neta de escolarización a esa edad en toda Europa.

Sin embargo, esta buena situación choca con el lustro de recortes presupuestarios que el sector ha tenido que afrontar, desde 2010 (52.557,7 millones de euros en inversión para educación universitaria y no universitaria) y hasta 2016 (46.620,8 millones), según datos del Ministerio de Educación, en el informe sobre “Datos y cifras del curso escolar 2020-2021”. A partir de ese ejercicio, la inversión en educación ha crecido, pero solamente para llegar a una cantidad similar a las de antes de la crisis de 2008: en 2019 52.287,1 millones y en 2020 55.013,2, según cifras estimadas según presupuestos iniciales.

 

El sector de los colegios privados experimentó un crecimiento de ca­si un 1% entre 2018 y 2019, hasta lograr una facturación de 12.625 millones de euros

 

En el informe se señala que en este curso 2020-2021, el sistema educativo español cuenta con 8.294.270 alumnos de enseñanzas no universitarias de régimen general, 0,2% más que el año pasado. En el caso la Educación Infantil y la Educación Primaria, hay un 1,6% menos, según el Ministerio, por el descenso de la natalidad; por su parte, en la Formación Profesional, aumenta el número de estudiantes un 5,2%, lo que confirma la tendencia del curso anterior.

También ha habido incremento en el número de matriculados en la ESO (1,5%), Bachillerato (2,3%) y Educación Especial (2,1%).

El sistema educativo como sector de actividad

El sistema educativo español incluye tres tipos de centros según su titularidad: privados, concertado y públicos. Solo los dos últimos reciben financiación pública.

Los casi 8,3 millones de estudiantes de enseñanzas no universitarias en España, se escolarizan en 28.624 centros educativos, de los que 19.197 son públicos y 9.427, privados (esta categoría incluye a los concertados).

Durante el curso anterior, el 67,1% de los estudiantes no universitarios estaba siendo escolarizado en centros públicos, un 25,5% en centros concertados y el 7,4% en privados.

 


Seguros en la escuela

Para Escuelas Católicas, “los seguros se contratan para no ser usados, pero llegado el caso deben ser efectivos. Los colegios realizan inversiones, promueven cambios y hacen planes a futuro confiando en que no sobrevenga ningún evento que haga cesar la actividad, y esta confianza está en cierta medida fundamentada en el hecho de contar con un programa de seguros eficiente”. 

En ese sentido, desde CICAE entienden que “un seguro se contrata para no tener que usarlo, pero principalmente por la tranquilidad de tener una respuesta, una solución o un teléfono al que acudir llegado el caso.  Actualmente, los seguros se encuentran fuertemente implantados en distintos ámbitos, como el de accidentes de alumnos o el de responsabilidad civil, mientras observamos que se está normalizando también esta dinámica hacia otros riesgos tales como los ciberriesgos y la responsabilidad de los administradores.

Frente al sector asegurados, CICAE señala que “la principal reclamación que percibimos es la de claridad, pues los seguros tienden a presentarse como un todo riesgo y a la hora de la verdad pueden existir exclusiones que no siempre son evidentes. Además, para el sector de colegios privados independientes es esencial que los servicios que se les proporcionen estén adaptados a sus necesidades específicas. Más allá de que los colegios privados sean empresas, hay que tener muy en cuenta la importante labor social que realizan”. 

Por su parte, Escuelas Católicas señala que es crítico que el sector asegurador entienda que “los colegios no son una empresa, por lo que no pueden tratarlos como tal, ya que ello siempre genera problemas”, y para alcanzar soluciones adecuadas a esta particularidad, se plantearían colaborar con expertos en seguros para diseñar juntos coberturas específicamente pensadas para el sector educativo: “uno de nuestros objetivos es precisamente ser parte en todo aquello que directa o indirectamente suponga una mejora para nuestros colegios y la comunidad educativa, por lo que, si las aseguradoras nos hiciesen una propuesta en este sentido, sin duda estaríamos dispuestos a ello”.
 


 

La educación de titularidad privada frente a la pública

En España incluimos en la educación privada a la que se imparte tanto en centros de capital privado como en centros concertados, que son aquellos que cuentan con, al menos, un aula en régimen de concierto. 

Este tipo de centro con financiación público-privada surgió en 1985 gracias a la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE), como respuesta a la urgente necesidad de instalaciones educativas por la universalización de la educación obligatoria pública y gratuita. Con el fin de poder ofrecer más aulas rápidamente, el gobierno propuso un concierto que implicaba que el Estado pagaría salarios de los docentes y otros gastos generales a cambio de que algunos centros privados entraran a “formar parte” del sistema público (mismos requisitos de admisión y funcionamiento que los públicos) en los niveles de educación obligatoria. Ese acuerdo, que sigue en vigor, hace que los centros públicos y concertados compartan derechos y deberes. Son las comunidades autónomas las responsables de financiar a los colegios concertados, dado que la Educación es una competencia transferida.

El sector de los colegios privados experimentó un crecimiento de casi un 1% entre 2018 y 2019, hasta lograr una facturación de 12.625 millones de euros en 2019, según el Observatorio Sectorial DBK de Informa, debido, particularmente, a las inversiones de grupos y fondos extranjeros, a través de la adquisición de sociedades gestoras o centros ya operativos.

Los centros no públicos son especialmente fuertes en la oferta de educación especial (sólo la escuela concertada dispone de más centros que la pública), y un 85,4% de los centros concertados y el 62,5 de los privados ofrecen servicio de comedor escolar; mientras que el 15,5% de los concertados y el 10,6% de los privados ofrecen transporte.

 

 

Retos

El principal reto para el sector educativo en España es adaptarse a los cambios legislativos. En 40 años, España ha tenido ocho leyes educativas —desde la LOECE en 1980, la LODE en 1985, la LOGSE en 1990, la LOE en 2006, la LOMCE en 2013 y la reciente y polémica Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE), de 2020— en un contexto complejo como es el de la titularidad privada de parte de los centros públicos y la competencia en Educación de las comunidades autónomas.

En ese sentido, para Escuelas Católicas (la marca de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza-Titulares de Centros Católicos y de Educación y Gestión), “sin duda el mayor desafío es poder conseguir una legislación educativa que, fruto de un pacto social, permita dar estabilidad al sistema educativo y garantice el derecho a la libertad de educación en igualdad de condiciones, permitiendo la existencia de proyectos educativos diversos que enriquezcan nuestra educación”.

 

Los centros educativos  conviven con un reto sociodemográfico de gran re­levancia, como es el descenso de la natalidad

 

En un plano funcional y operativo, “los colegios ya están haciendo una doble transformación —señalan desde Escuelas Católicas—. La primera de ellas es una vertiente externa: saber comunicar y proyectar a la sociedad lo que representan, qué proyecto educativo ofrecen, cómo buscan atender las demandas educativas y sociales de su entorno, todo ello ofreciendo un centro abierto a todos, una escuela que quiere cuidar a su comunidad educativa, y que quiere ofrecer un entorno seguro, educativo e integral”.

Por otra parte, en la vertiente externa, “es muy fuerte el trabajo en formación de profesorado y acompañamiento a los claustros, incorporación de nuevas metodologías, apertura a las transformaciones de carácter digital, cultural y organizacional. Una transformación que llega también a los espacios físicos del centro”.

 

 

Riesgos

Desde la Asociación de Colegios Privados e Independientes (CICAE) señalan que “los colegios privados son grandes organizaciones con importantes estructuras y gran cantidad de trabajadores. Además, tienen a diario un volumen importante de alumnos y familiares que utilizan las instalaciones, en las que se mantienen una extensa suma de actividades. Por tanto, los colegios están expuestos a una gran cantidad de riesgos, lo que hace imprescindible dotarse de un programa de seguros sólido y muy completo”. 

En lo que se refiere al tipo de contingencias, apuntan que “hoy en día coexisten los riesgos tradicionales —como los accidentes de los alumnos, los daños que pueda sufrir el edificio y la responsabilidad civil del centro—, con nuevos riesgos a los que los colegios tienen que adaptarse, como los ciberriesgos y las reclamaciones frente a administradores, por ejemplo”.

Desde el punto de vista de Escuelas Católica, “a efectos de seguros, las reclamaciones por responsabilidad civil siguen siendo lo que mayor miedo provoca ya que el impacto para el colegio y la comunidad puede ser importante de sobrevenir un problema importante”.

Para la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), que reúne a miles de colegios privados, a pesar de los cambios en las modalidades de enseñanza producidos por la pandemia, “seguimos conviviendo con el riesgo de manera natural, dado que cualquier eventualidad puede afectar seriamente el patrimonio de un colegio, si este no está bien asegurado. El titular del colegio es el responsable de todo lo que ocurre a sus alumnos y trabajadores y, aunque la mayoría de los accidentes tienen consecuencias leves, no podemos despreocuparnos, ya que una mala atención puede traer consecuencias mayores que pueden llevar a reclamaciones judiciales”.

 

 

COVID-19 y educación

La irrupción de la pandemia ha modificado no solo los modos en los que se da la actividad de los centros educativos si no, de manera notable, los riesgos a los que se ven expuestos.

Para la Confederación Española de Centros de Enseñanza, “este sector es uno de los más afectados por el efecto de la COVID-19, para bien y para mal. La interrupción por la pandemia ha afectado a miles de alumnos y los colegios se han visto obligados a acelerar ciertos cambios que en circunstancias normales habrían tardado más en llegar”.

En la experiencia de CICAE, “evidentemente, con motivo de la enseñanza online y la implantación de sistemas híbridos para reducir los aforos, los accidentes de alumnos se han reducido significativamente, lo que ha supuesto un cambio muy importante en materia de seguros”. 

También desde CECE inciden en el cambio de los principales riesgos: “ha cambiado el foco en los riesgos a los que se veían expuestos los centros; hasta ahora, más del 40% de los accidentes ocurridos fuera del hogar, se daban en los colegios, siendo los puntos negros los recreos, actividades deportivas y salidas y entradas al centro” Sin embargo, ahora, “si tenemos en cuenta que debido a la COVID-19, se han establecido  protocolos para la organización de los recreos que obligan a que se realicen por turnos, respetando la medidas de distancia y acotando por grupos los espacios para juegos; así como protocolos para actividades deportivas que limitan el número de participantes, y protocolos para las entradas y salidas al centro que evitan que se puedan producir aglomeraciones que puedan dar lugar a caídas o choques entre ellos, podemos esperar una disminución en el número alumnos que precisen asistencia sanitaria por accidente”.

 

 

En cambio, la pandemia ha puesto en alza las pólizas de ciberriesgos. Para CICAE, “al inicio de la pandemia para nuestros colegios, que siguieron desde el primer día de confinamiento asegurando la educación a través de las plataformas online, uno de los riesgos que se hizo más patente fue la ciberseguridad. En estos momentos la enseñanza es presencial, pero los grupos híbridos o confinados, exigen que sigamos teniendo una gran atención a los riesgos que el mayor uso de herramientas virtuales pueda conllevar”.
En este sentido apunta igualmente CECE, porque “el hecho de que muchos alumnos hayan tenido que seguir su formación a través de aulas virtuales, y en muchos casos sigan teniendo que hacerlo de forma semipresencial, obliga a que los equipos estén correctamente protegidos y que los colegios deban contar con estrategias de protección frente a las amenazas por parte de los cibercriminales que se aprovechan de esta nueva situación”.

Según Escuelas Católica, “la realidad de la pandemia está suponiendo para los colegios un esfuerzo muy notable de inversión en medios y protocolos de seguridad sanitaria, así como de adaptación de espacios, horarios y costumbres de funcionamiento. Todo ello está suponiendo un esfuerzo y sobrecarga de trabajo para los profesores y Equipos directivos, que además de su debido reconocimiento requerirá una atención a las personas en su situación personal, psicológica, espiritual…”.

De hecho, según informa exitoeducativo.net, el 72% de los estudiantes se muestran preocupados por su salud mental tras un año de pandemia, como ha estudiado la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE). 

 

Áreas de mejora

En el caso de CICAE, los caminos para mejorar tanto el servicio como las garantías de seguridad pasan por la digitalización: “en estos momentos es evidente que la pandemia ha provocado rápida digitalización de nuestro trabajo, educación y hábitos diarios. La presencialidad y la escuela son imprescindibles, pero la tecnología también brinda otras formas de aprendizaje y modos de conexión que tienen beneficios, por lo que seguiremos dirigiendo nuestros esfuerzos y recursos en la formación del profesorado y alumnado en el uso de las nuevas tecnologías”.   I

 

 

 

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