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Las floristerías forman parte de nuestro paisaje urbano habitual. No en vano, España es el quinto país en producción de flor y planta ornamental y representa el 8% del valor total de este mercado en la Unión Europea. Además, se trata de un sector con un intenso flujo comercial internacional. Y también tiene un importante valor emocional, ya que las flores están presentes en los momentos cruciales de nuestras vidas, desde el nacimiento hasta la muerte, y en todas las celebraciones.
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En el sector de las flores y las plantas ornamentales se engloban diferentes operadores económicos: productores, mayoristas y minoristas —floristerías—. También hay algunas empresas en las que concurre la doble circunstancia de ser productores y mayoristas. Y algunas incluso importan flor y planta.
“El valor de la producción en España, con 691,7 millones de euros en 2020, representa el 8% del valor total de la Unión Europea, según el informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. España es el quinto país en producción de flor y planta ornamental de la UE”, indica detalla Olga Zarzuela, directora de la Asociación Española de Floristas (AEFI).
“En nuestro país hay una producción relevante de flor en todo el litoral, desde Andalucía a Cataluña, pasando por Murcia y la Comunidad Valenciana, además de Galicia, Asturias, Castilla y León y Aragón, sin olvidarnos de Canarias, donde se produce excelente flor tropical”, detalla.
Además, en este sector hay un importante comercio internacional, tanto de importación como de exportación. Según los datos de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (Fepex), el valor de las exportaciones de flores y plantas superó los 561 millones de euros en el año 2021, un 30% más que en 2019, último ejercicio antes de la crisis de la Covid-19. Y las importaciones rozaron los 300 millones de euros, un 20% más que en 2019.
Los principales países de destino de nuestras flores y plantas son Francia, Países Bajos, Portugal, Alemania e Italia, en este orden. Y la mayor parte de la importación procede de Países Bajos, que supone casi el 44% del valor total de las compras internacionales, muy por delante de Italia, Alemania, Francia y Portugal, que son los siguientes países en cuanto a la procedencia de las flores y plantas.
Los seguros con los que cuentan las floristerías son similares a los que pueden tener cualquier otro comercio minorista. Olga Zarzuela (AEFI) indica que las empresas del sector suelen contar con un seguro multirriesgo del local donde se desarrolla la actividad, póliza de responsabilidad civil y seguros para los vehículos de reparto, en caso de contar con ellos. Además, precisa que “hay autónomos que tienen un seguro complementario para el caso de no poder trabajar por enfermedad o accidente o si no pueden abrir el comercio al público por alguna causa sobrevenida de fuerza mayor”.
“En AEFI tenemos acuerdos de colaboración con diversas corredurías y aseguradoras para ofrecer diversas coberturas a nuestros asociados, con seguros más adaptados a las especificidades de sus comercios, opción a contratar el seguro de indemnización diaria para autónomos o seguros de salud para los empresarios, extensible a los trabajadores y familiares de ambas”, reseña.
En cuanto a los siniestros, la directora de la asociación explica que “los más costosos suelen ser cuando se estropean las flores por averías de cámaras frigoríficas”. Afortunadamente, esto no sucede con frecuencia. “Los siniestros más habituales son producidos por rotura de cristales, algún desperfecto cuando se hacen montajes de decoraciones en viviendas de clientes o espacios públicos o privados que se decoren, así como en la circulación de vehículos”, detalla.
Zarzuela advierte que “a veces cuesta trabajo obtener la cobertura adecuada para cubrir riesgos en decoración de eventos, entoldados, iluminaciones etc., ya que, en ocasiones, el seguro de responsabilidad civil tiene coberturas completas para algunos de estos siniestros”. Así pues, considera que la cobertura de responsabilidad civil ofrecida por las aseguradoras debería “adaptarse mejor a la casuística que puede darse en las decoraciones que realizan las floristerías”. Igualmente, reclama que el seguro multirriesgo contemple los siniestros que puedan producirse por averías de las cámaras frigoríficas de almacenamiento de flor.
En cuanto a las primas, afirma que “los seguros se incrementan cada año, y más en función de la siniestralidad”. Además, reseña que “se observa que el sector está premiando la fidelidad con descuentos a mayor número de pólizas”.
Según los datos recopilados por AEFI, a 31 de diciembre de 2022 existían en nuestro país 783 empresas dedicadas al comercio al mayor de flores y plantas, semillas y fertilizantes. Estas empresas dan empleo a 5.088 personas, a los que hay que sumar otros 1.069 trabajadores autónomos.
Además, en el epígrafe 4776 de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas de España (CNAE), que engloba a los comercios minoristas de flores y plantas, semillas, fertilizantes, animales de compañía y alimentos para los mismos en establecimientos especializados, se contabilizaban 5.496 compañías, dando empleo a 18.431 personas (60% de mujeres, según AEFI) y a 15.563 autónomos (55% mujeres).
La directora de AEFI puntualiza que en 2022 se produjo una reducción en el número de trabajadores por cuenta propia, tanto entre los mayoristas como entre los minoristas. “La disminución del número de personas autónomas en este último año, después de haberse recuperado las cifras de la pandemia, es un dato común al pequeño comercio. Obedece a la difícil situación que tienen las pequeñas empresas, fundamentalmente por el incremento generalizado de costes de suministros, productos, energía y costes laborales”, especifica.
Por otra parte, recuerda que hay otros sectores que se benefician de la actividad de la industria florista, “como el transporte, los productos fitosanitarios o las empresas de productos como macetas, jarrones, envoltorios y todos los complementos que se utilizan en floristería”. Asimismo, indica que “hay que tener en cuenta la formación floral, reglada o no reglada”.
Y aparte de los aspectos económicos y empresariales de este sector, destaca también su valor emocional. “Las flores están presentes durante toda la vida de las personas, desde el nacimiento hasta la muerte, sobre todo en los momentos más importantes, como bodas y demás celebraciones. Es una parte muy gratificante de esta profesión: contribuir a generar belleza, bienestar, alegría y transmitir emociones como amor o felicitaciones. Incluso cuando se envían en momentos tristes, tienen la finalidad de mostrar afecto y apoyo en forma de condolencias”, declara.
La irrupción de la Covid-19 supuso un duro golpe para el sector de las flores y las plantas ornamentales. “La pandemia afectó al sector por el cierre de los comercios, la cancelación de eventos, la imposibilidad durante un tiempo de poder entregar coronas en tanatorios y, en definitiva, por la paralización de todo lo que era nuestra vida normal. La falta de venta ocasionó que se no se pudiera dar salida a mucha flor que en aquel momento se desechó o donó a residencias, personas trabajadoras de supermercados, etc.”, reconoce Olga Zarzuela (AEFI)
Sin embargo, asegura que también surgieron nuevas oportunidades. “Tras los peores momentos iniciales, la compra de flores y plantas, para regalo o autoconsumo, se popularizó aún más durante la pandemia. Era una opción ideal como regalo, muy cómoda, con servicio a domicilio y comercio online. Como regalo, es un valor seguro, ya que las flores gustan siempre. Y evitaban el riesgo de tener que descambiarlo, que se da más en otro tipo de regalos. Además, al pasar más tiempo en casa, hubo un deseo de mejorar nuestras estancias. Y las plantas, desde luego, ayudan mucho. Asimismo, pasábamos más tiempo en casa, por lo que también se descubrió el hobby relajante del cuidado de las plantas y pequeños huertos urbanos”, detalla.
La crisis inflacionaria que estamos viviendo en los últimos años también repercute en este sector. “Cuando íbamos saliendo de la pandemia e intentando recuperar la normalidad, el incremento de costes también ha afectado al sector. Estamos viviendo una subida de precios en todos los productos y servicios de forma generalizada, aunque ahora parece que menos acusada”, afirma. En cualquier caso, señala que el sector se ha adaptado bien a estas circunstancias, “sin que se hayan producido cambios significativos”.
La estacionalidad es uno de los principales retos que ha de afrontar este sector, ya que las ventas se concentran especialmente en fechas y épocas muy señaladas, como el Día de la Madre, San Valentín, la festividad de Todos los Santos o la temporada de bodas y comuniones. “Nuestras ventas son muy estacionales. Como la mayoría de ellas se concentran en el primer semestre, salvo el día de Todos los Santos, el resultado de este período resulta mejor que el segundo en términos económicos”, admite Zarzuela.
Aunque matiza que “no todas las floristerías tienen los mismos porcentajes de ventas” en estas fechas. Por ejemplo, puntualiza que “algunas están muy especializadas en bodas y eventos y ahí es donde tienen su mayor volumen”. Por otra parte, reseña que “hay floristerías en localidades con mucha tradición en ventas para Todos los Santos o cercanas a cementerios, por lo que las que sus ventas en esa fecha pueden alcanzar el 20% de las ventas de todo el año”, mientras que hay floristerías que no tienen una facturación significativa ese día.
Sin embargo, en el caso del Día de la Madre y de San Valentín, señala que “son fechas de mayores ventas de forma generalizada en todas las floristerías, representando en torno a un 8% y un 5% de las ventas anuales, respectivamente”.
Manejar dicha estacionalidad de las ventas no es sencillo, tanto por la necesidad de estar preparados para dar respuesta a este pico de demanda como por la menor facturación fuera de las fechas de mayor venta.
“Es complicado afrontar los picos de demanda, ya que es un producto perecedero y hay que trabajar de una forma muy intensiva en pocos días. Tras la última reforma laboral, se ha encarecido y dificultado la contratación para cubrir los picos de demanda. Se afronta incrementando los turnos de trabajo y contratando a más personal, aunque es complicado encontrar personas formadas que estén disponibles para trabajar un corto período de tiempo”, lamenta la directora de AEFI.
Por otro lado, hace hincapié en que “es importante la anticipación”. “Por ejemplo, se incrementan los servicios de reparto con empresas externas y, en la medida de lo posible, se adelanta el comienzo de los trabajos, dejando para el momento más reciente la colocación de la flor como elemento perecedero. Además, se completa el catálogo de productos con flor artificial, flor preservada y productos con plantas que tienen más durabilidad que la flor natural. Con todo esto, y mucho trabajo, al final se consigue dar respuesta a la mayor demanda, esencial para poder compensar las fechas de menores ventas”.
Zarzuela afirma que otro de los grandes retos que debe afrontar la floristería es dar la mejor respuesta a un cliente “que es muy variado”, desde el que compra online o el que acude a la floristería buscando un producto o una determinada decoración que ha visto en internet hasta el cliente tradicional.
En este sentido, pone el acento en la transformación digital del sector, aunque sin descuidar la atención presencial. “En la situación actual, el florista está potenciando la digitalización de su empresa, pero manteniendo siempre la atención esmerada con el cliente en la venta presencial. La venta presencial sigue teniendo mucho peso. En nuestro sector ha sido tradicional la compra por teléfono y va aumentando la compra online a través de internet”, especifica
Además, considera que otro desafío que tiene el sector es que “el cliente conozca y pueda valorar mejor el trabajo que realizan los floristas”, para lo que considera esencial la comunicación. “Es importante partir de la consideración del florista como un profesional con una formación específica en arte floral, para distinguirlos de quienes simplemente venden flores. Hay que dar valor a quienes trabajan la flor aplicando una técnica que se adquiere con formación. No es un trabajo que consista en tener buen gusto, sino que es un trabajo artístico, que requiere un adecuado conocimiento del producto y de la técnica floral”, manifiesta.
También habla del reto que supone la sostenibilidad. “La tendencia en la presentación del producto es abandonar el uso del plástico y optar por elementos más naturales, como materiales vegetales, mimbre o yute. Además, aunque en España no hay producción de flor suficiente para cubrir toda la demanda que tenemos, el florista cada vez está más concienciado en comprar flor y planta de proximidad, con lo que ello supone para reducir la huella de carbono y apoyar la producción local”, subraya.
Finalmente, indica que “son varias las amenazas y los obstáculos con los que tiene que lidiar el sector en el desarrollo de su actividad profesional”. Por ejemplo, habla de “la economía sumergida, el intrusismo en la decoración de bodas y eventos, las ventas a pérdida o con muy escaso margen que realizan algunos supermercados como gancho para atraer clientes o que las empresas funerarias cobren a las floristerías por la entrega de coronas o composiciones funerarias en sus tanatorios, que no se cobran cuando se adquiere en la floristería del tanatorio, algo que supone un canon que nos parece abusivo para la floristería por un servicio funerario del que es ajena”.