No ganamos para sustos. Cuando no es una nueva variante del virus es un volcán que entra en erupción, una borrasca que pone todo patas arriba en una zona de España, otra ‘genialidad’ del desgobierno que sufrimos, una sentencia no prevista (ojo a la que se presenta este mes, de nuevo centrada en el tema de la pérdida de beneficios y protagonizada por un gran grupo empresarial, contra uno de los mayores grupos aseguradores), una variable económica inesperada que impacta en las cadenas de suministros o en el precio de la luz, … Al final, uno ya no sabe si desear que el año pase rápido o mejor, que las cosas se queden como están.
Para el Seguro todo apunta a que 2021 será también un buen ejercicio, tanto en primas como en resultados. Y, en principio, 2022 no pinta tampoco mal. Hay cierta coincidencia en la buena situación del ramo de Vida, con activos en general de alta calidad y adecuados colchones de capital. Curiosamente, podría verse ligeramente perjudicado por un despunte, parece que hacia mitad de año, de los tipos de interés, aunque no veo al sector, como temen algunas agencias, invertir en activos menos líquidos y de menor calidad crediticia. En No Vida ayudará mucho el mantenimiento de la rentabilidad, pero haríamos bien en no despreciar las advertencias sobre la mayor disposición a competir en precio (ya una constante que también ha venido para quedarse) y el crecimiento de los costes consecuencia del aumento de la inflación.
NO VALE ESCONDER LA CABEZA
En este escenario, que seamos claros muchos otros sectores envidiarían (la banca sin ir más lejos se plantea en su mayoría crecimientos de dos dígitos en su actividad aseguradora para 2022), hay otra serie de cuestiones sobre las que no cabe esconder la cabeza, y que trataré de esbozar en titulares: no todo vale para competir y hacerse con importantes cuentas, ni comisiones cero para ganar clientes ni mirar para otro lado si alguien ha dispuesto de un dinero que no debía pero aporta negocio; hay que analizar bien lo que se compra y el plan de futuro de la adquirida antes de pagar por ella lo que no está en los escritos; la RSC (que implica por ejemplo acabar con prácticas de mercado ‘desfasadas’ incluso para otros sectores que antes las seguían) no están para lucirlas sino para cumplirlas, y eso vale para todos los integrantes de la industria; la sociedad le pide cada día más al Seguro respuestas y soluciones, no ayudas económicas, a los riesgos actuales conocidos y singularmente a los que están por llegar; apostar por el medio ambiente es mucho más que iniciativas puntuales, es una filosofía que hay que demostrar cada día; y la digitalización es clave para dar el mejor y más rápido servicio al cliente, pero no es la panacea, no olvidemos el valor de las personas que están detrás de los contratos y dan sentido a las coberturas. ¿Y qué decir de temas como el ascenso de la mujer a los puestos clave? Sigo pensando que siguen siendo muy pocas aún las que lideran nuestro sector en general (y ojalá pronto nuestro país); ganaríamos tod@s.
Mis mejores deseos para estas Navidades y para un 2022 que, ya verán, nos sorprenderá. Mientras, un regalo: no se pierdan el libro con el que Amazon.es ha conmemorado su 10 aniversario: “España en 2030”; está disponible en formato digital de forma gratuita y en él diez expertos nos muestran su visión sobre el futuro. O eso creen.